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La oposición a las leyes de Berlusconi no logra rearmar a la izquierda en Italia

Parlamentarios y ciudadanos de a pie participaron ayer en una marcha hasta el Quirinal (sede de la presidencia de la República) del movimiento de los girotondi (corros) contra la llamada 'ley Cirami', a punto de ser aprobada, que permite a un imputado recusar una sede judicial. La ley, como otras promulgadas por el Gobierno de Silvio Berlusconi, ha unido en un coro de repulsa a la amplia y heterogénea familia del centroizquierda, que ve en ella un descarado intento de salvar de una condena probable al ex abogado de Silvio Berlusconi, y diputado de Forza Italia, Cesare Previti. Pero en el rechazo al comportamiento de Berlusconi empieza y termina la unanimidad de la izquierda italiana sumida en una crisis profunda de la que no acierta a salir.

La derrota en las elecciones de mayo de 2001 ha sido sólo el preámbulo de una temporada negra para la coalición de centroizquierda El Olivo, que vive estos días uno de los peores momentos de su atormentada historia. Sus líderes parecen estar de acuerdo en una sola cosa: la coalición ha tocado fondo y sólo queda refundarla o enterrarla para siempre. La muestra más evidente de la descomposición de un Olivo que agrupa a comunistas radicales, socialdemócratas, democristianos, verdes, socialistas 'craxianos' (herederos del legado de Bettino Craxi) y 'prodianos' (seguidores del partido fundado en 1998 por Romano Prodi), fue la votación sobre la intervención de tropas italianas en Afganistán, celebrada la semana pasada en la Cámara y en el Senado.

El 'sí' de La Margarita

Por más que se intentó un compromiso entre las distintas posturas, El Olivo terminó presentando media docena de mociones radicalmente opuestas. Francesco Rutelli, en nombre del minigrupo La Margarita que coagula a cuatro partidos moderados, votó sí, y junto a él una parte de los diputados del principal partido de la izquierda, los Demócratas de Izquierda (DS). El resto del partido, con su líder Piero Fassino a la cabeza, votó no, junto a comunistas radicales y verdes. Y todo para dar vía libre a una modesta participación de los 'alpinos' italianos en el país asiático, en sustitución de las tropas británicas.

El voto afirmativo le dio nueva respetabilidad institucional al grupo de Rutelli, y sobre todo una visibilidad que hasta entonces no tenía. Pero fue en detrimento de los DS, un partido que se debate entre la línea socialdemócrata de la dirección, elegida hace un año por mayoría del 60% de los votos, y la línea radical, trasnochada para muchos, del llamado Correntone, la corriente rebelde.

La incapacidad de controlar al Correntone se ha convertido en el verdadero drama de Fassino, considerado por muchos como un mero juguete en las manos del presidente del partido, Massimo d'Alema. En estas circunstancias, cuando el fantasma de la escisión asoma las orejas, tanto Fassino como D'Alema han hecho encendidos llamamientos a refundar El Olivo amenazado de muerte. El 23 de octubre próximo se reunirán todos los parlamentarios de la coalición y personalidades destacadas de la misma, para intentar restablecer la sintonía perdida. Pero las dificultades son muchas. Rutelli y su Margarita no parecen especialmente entusiastas por revivir El Olivo, y los radicales de izquierda, que se han visto reforzados por el movimiento de los girotondi, liderado por el cineasta Nanni Moretti, y han sido seducidos por el ex líder sindical Sergio Coferatti, no están dispuestos a capitular.

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En estos momentos de crisis, dos centenares de parlamentarios olivistas han tenido la idea de fundar otro grupo, el Artemisa, para aglutinar en él a todos los liberales hartos de la lucha fratricida de los partidos. Puede que tengan éxito, pero a simple vista, no parece que una sigla más sea la solución.

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