Susurros en la oscuridad
Hay que empezar con una apreciación que nada tiene que ver con las imágenes de Darkness, tercera película del leridano Jaume Balagueró: la ingente publicidad y la campaña informativa que ha precedido a su estreno. Una campaña que se ha realizado sobre todo en Cataluña, pero no sólo allí, sobre las características del último proyecto de la Fantastic Factory, sobre su elenco internacional o las dificultades de su rodaje han arrojado sobre el director Jaume Balagueró y la película demasiadas expectativas que, en el fondo, no le hacen demasiado bien al producto final. Entre otras cosas, porque a pesar de los actores Anne Paquin y su Oscar, de Lena Olin, de Giancarlo Giannini, opciones muy respetables, pero que tienen que ver con la promoción internacional de la película, no con lo bien que se ajusten a sus papeles (ninguno de los tres realiza aquí el trabajo de su vida, reconozcámoslo), Darkness no es Los otros, de Alejandro Amenábar, sino un caro producto de género, que discurre por los senderos, a veces cómodos, otras no, de lo conocido. Un producto cinematográfico más para plateas juveniles, los consumidores habituales del cine de terror, que para públicos amplios, como ocurrió con el éxito de Alejandro Amenábar.
DARKNESS
Dirección: Jaume Balagueró. Intérpretes: Anne Paquin, Lena Olin, Iain Glen, Giancarlo Giannini, Fele Martínez. Género: terror, España, 2002. Duración: 102 minutos.
Desde ahí es desde donde hay que juzgarla. Y siendo como es un producto de género, hay que convenir que el filme se ajusta a lo que pretende: una historia llena de guiños cinéfilos -la relación de referencias sería interminable, pero flirtea con el rico filón de fantasmas vengativos, que es una de las modas imperantes en el género a escala mundial, hasta referencias mayores, como El resplandor, del director Stanley Kubrick o La semilla del diablo, del realizador Roman Polanski-, la creación de una atmósfera cargada y siniestra, en la que la oscuridad, y quienes la habitan, juega un rol esencial -no lo ha tenido fácil el operador Xavi Giménez, pero ha salido airoso de su complejo cometido-, un ritmo de constante tensión, hasta llegar a un clímax poco piadoso para con los personajes.
Empleo de recursos
Tiene Darkness, junto a tonterías de guión propias de un principiante -¿para qué crear tanta tensión sobre un personaje como el del abuelo, para luego abandonarlo sin más? ¿por qué no se ha construido mejor al papel que interpreta Fele Martínez?- y abusos en el empleo de ciertos recursos -la stop motion en las secuencias de apariciones, por ejemplo- un buen pulso narrativo, que confirma el ojo de Balagueró para su oficio, al tiempo que diluye el agobiante imaginario sádico que estaba en la base de su primera película, Los sin nombre, y un empaque visual que la hacen un producto atractivo, condenado a un éxito masivo del que tan necesitado está el invento Fantastic Factory.
Babelia
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