¡Por fin santos!
Cuenta Luis Carandell en Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer la anécdota de que, cuando el dictador Franco nombró los primeros ministros de la Obra, el fundador llegó eufórico a una reunión de fieles. '¡Nos han hecho ministros!', dicen que dijo. '¡Nos han hecho santos!', exclamaría con razón mañana el monseñor, cuando Juan Pablo II, comprometiendo a gusto su infalibilidad, le proclame santo universal.
'Penuria de santos', se lamentaba Giovanni Papini hace medio siglo. Ahora hay inflación. Este Papa ha aumentado el santoral con 456 canonizaciones y 1.282 beatificaciones, tantas como sus siete predecesores. Aunque, bien mirado, que existan tantos santos permite a cada creyente rezar, o imprecar, con plena confianza al que más le plazca. Además, nadie podrá quejarse de que el Opus no haya trabajado la causa de santificación del fundador en 1928. Lo hizo en todos los frentes, y de forma especial en el hagiográfico, con la publicación, sólo este año, de una veintena de libros, algunos intrascendentes, incluso malos, pero unos pocos de enjundia y aportando sabrosos documentos.
Cuando los hagiógrafos hacen mal su trabajo terminan escribiendo, no vidas de santos, sino simpáticas comedias. Así, en ocasiones, el lector de algunos de los libros sobre Josemaría Escrivá de Balaguer, de civil José María Escriba Albás (Barbastro, 1902-Roma, 1975), termina creyendo que, salvo levitar, este buen señor, de armas tomar según otros biógrafos, fue en vida capaz de todos los milagros y virtudes, incluso del milagro de no morirse de niño. En fin, una vida heroica, con tantos apuros, aprietos, remilgos y miramientos, que parece también un prodigio que saliera triunfante, y de qué manera. John F. Coverdale, un experto de Chicago en fiscalidad, llega a proclamar 'las persecuciones' que Escrivá y el Opus sufrieron durante la dictadura de Franco ('Escrivá estaba convencido de que la providencia de Dios estaba por medio en esta persecución, descrita por el obispo de Madrid como de lo más cruel'. La fundación del Opus Dei. Página 321).
Ofendiendo la memoria de miles de ciudadanos silenciados para siempre en los cementerios de España, más la de otros cientos de miles de exiliados del exterior, y algunos millones del exilio interior, lo que había oído Coverdale, cuando escribió esa perla académica, era un florentino ruido de trifulcas, zancadillas y celos entre falangistas, propagandistas de la ACNP, fraguistas y opusdeístas en sus muchos afanes por ocupar plazas de poder en torno al Caudillo, único poder. Eso es lo que documentan, con honradez -aunque sin esa intención- los profesores Federico M. Requena y Javier Sesé, de la Universidad de Navarra, en Fuentes para la historia del Opus Dei. ('Hasta aquí me llega el rumor de la campaña que, contra el Opus, hace tan injustamente la prensa de la Falange, dependiente de V. E.', escribe desde Roma Escrivá al ministro José Solís, secretario general del Movimiento. Página 115).
Otro documento, ahora con recuerdos de Álvaro del Portillo, el sucesor del fundador, refiere cómo Escrivá viene raudo desde Roma para ocuparse ante Franco, que le recibe 'enseguida', por la suerte de Rafael Calvo Serer, un temprano socio del Opus exiliado por publicar un artículo en la revista Écrits, de París. ¿Qué había metido en aprietos a tan integrado franquista? Una nadería, visto el asunto en perspectiva, pero que da cuenta de cómo actuaba la censura de Gabriel Arias Salgado y su amanuense Juan Aparicio.
Calvo Serer insinuaba en Écrits que el régimen estaba perdiendo fuelle -por 'nihilismo de derechas', decía-, y que era la hora de llamar a la gobernación de España a lo que el discípulo de Escrivá califica como 'la tercera fuerza', con ganas de señalar. En realidad, ajustaba nuevas cuentas al falangismo, como cuando en 1949 el ex falangista Pedro Laín Entralgo publicó España como problema y Calvo Serer le replicó con un deleznable España sin problema.
Historiadores del Opus califican tales controversias como 'oposición' al régimen e, incluso, de 'persecuciones y campañas', pero lo cierto es que Escrivá, además de ver a Franco cuantas veces quiso -acudía incluso a El Pardo a dictar ejercicios espirituales a toda la familia del dictador-, tuvo buenas relaciones con el almirante Carrero Blanco, del que se llegó a decir que era del Opus. 'Ambos [Franco y Carrero], demostrando ser unos caballeros y tener sentido cristiano, reconocieron que nuestro Fundador tenía razón', dijo Portillo sobre el incidente Calvo.
Eso era a finales de los años cincuenta del siglo pasado. Para entonces, Escrivá ya estaba en la 'romería' del Vaticano ('Católico, Apostólico, ¡Romano! Me gusta que seas muy romano. Y que tengas deseos de hacer tu romería, videre Petrum, para ver a Pedro', escribe en Camino, máxima 520), donde se introdujo en los círculos papales hasta lograr el título de monseñor con el apoyo del régimen, mucho menos de lo que creía merecerse teniendo en cuenta que, por esas fechas, el dictador lograría ascender nada menos que a la dignidad cardenalicia a Ángel Herrera Oria, el preferido de los jesuitas y, con Ángel Ayala, impulsor de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.
Fuentes para la historia del Opus Dei. Federico M. Requena y Javier Sesé. Ariel. Barcelona, 2002. 219 páginas. 15 euros. Camino. Edición crítico-histórica. Pedro Rodríguez. Rialp. Madrid, 2002. 1.105 páginas. 36 euros. El Santo Fundador del Opus Dei. Biografía completa de Josemaría Escrivá de Balaguer. Jesús Ynfante. Ares y Mares. Crítica. Barcelona, 2002. 291 páginas. 15 euros. Ser mujer en el Opus. Tiempo de recordar. Isabel de Armas. Foca Ediciones. Akal. Madrid, 2002. 435 páginas. 19,75 euros. La fundación del Opus Dei. John F. Coverdale. Ariel. Barcelona, 2002. 339 páginas. 20 euros. Josemaría Escrivá. Centenario. Varios autores. Rialp. Madrid, 2002. 222 páginas. 29 euros. Las sotanas del PP. El pacto entre la Iglesia y la derecha española. Mariano Sánchez Soler. Temas de Hoy. Madrid, 2002. 287 páginas. 15,50 euros.
La larga cola de zorro
LOS BRIOSOS afanes de Escrivá por blasonar y ennoblecer sus apellidos adjudicándose, incluso, un quijotesco marquesado (el de Peralta) traen a la memoria el relato con que Goethe, en su delicioso Viaje a Italia, pondera las virtudes de su santo preferido, Felipe Neri, que nada aborrecía más que la vanidad, las apariencias y la arrogancia. Un príncipe entra en la congregación y Neri le dice que ha de pasearse por Roma con una larga cola de zorro atada a la hermosa sotana. Espantado, el príncipe le replica que pidió ingresar no para su vergüenza, sino para su honor. Prueba fracasada.
Esa sensación se siente después de leer a Jesús Ynfante en El santo fundador del Opus Dei. Biografía completa de Josemaría Escrivá de Balaguer. El libro es la tercera incursión de este escritor en las entrañas de la obra, desde su mítico, por clandestino, La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia (Ruedo Ibérico. París, 1970). Otros autores que hurgaron en episodios poco ejemplares son Luis Carandell (Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer. Laia, 1975) y Alberto Moncada (Historia oral del Opus Dei. Plaza & Janés, 1985). Demoledor es también, por venir de quien ha estado muy dentro, el libro publicado esta semana por Isabel de Armas (Ser mujer en el Opus Dei. Tiempo de recordar. Foca Ediciones. Akal, 2002).
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