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Columna
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Vergüenzas

El próximo jueves, el Pleno del Parlamento de Andalucía, debatirá dos proposiciones no de ley con la intención de conseguir la reprobación política del consejero Antonio Ortega. Este debate está motivado por sus manifestaciones a favor de una Administración eficaz, aunque estuviera teñida por dos casos de corrupción por año. No se trata con este debate de hacer una política de chismorreos, como ha querido hacer ver el consejero de Turismo. Las declaraciones se han realizado a una revista inmobiliaria y desde una posición política, y de Gobierno, y no haciendo el consejero unas risas a Rosa Quintana con Chiquito de la Calzada. Además, tampoco parece que fueran improvisadas pues, de otra forma, no se entiende eso de 'que he dicho muchas veces... que prefiero dos casos de corrupción'.

Son manifestaciones cuya importancia política se destaca por la gravedad de su contenido, ya que quedan al aire las vergüenzas de una forma de pensar que no debería tener cabida en nuestros gobernantes; y aún son más graves porque con ellas se ha obligado al Parlamento a tratar la corrupción por lo que piensa uno de los miembros del Gobierno, y no porque haya existido algún caso que pudiera salpicarle. Una situación que hubiera podido evitarse con una rectificación pública. Así se impediría que pudiera llegarse a identificar la defensa de Ortega con sus manifestaciones, y haría innecesaria una declaración de compromiso en contra de la corrupción, ya que el mero ejercicio de un cargo público implica este tipo de compromisos, sin tener que revalidarlos.

En cualquier caso, si no salen adelante reprobación ni rectificación como es de prever, a algunos les puede quedar un consuelo. El IX Congreso Nacional de Etología ha puesto de manifiesto que, en algunas especies, hasta en el 90% de los nidos examinados, el 20% de los huevos no son de los padres. Y, hoy por hoy, el consejero Ortega es del PA, aunque le pueda sacar las castañas del fuego el PSOE y la diputada por los Verdes.

Claro que, tal vez, sería preferible que las castañas se las sacara el propio consejero y su grupo político, sobre todo cuando muchos de sus cargos intervienen y deciden sobre cuestiones en las que existen intereses inmobiliarios en juego, que no admiten este tipo de comentarios.

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