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LA PALABRA
Columna
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Tormenta

La atmósfera y, por extensión, el mar tienen estas grandes convulsiones a las que los latinos dieron el nombre de tormenta (que es nada menos que el plural de tormentum, tormento). Lo que mucha gente ignora es que en Internet también hay tormentas.

Se llama tormentas de Internet (Internet storms) a los picos de congestión que llenan todo el ancho de banda disponible. El primero en estudiarlas fue el físico Bernardo Huberman, en colaboración con Rajan Lukose. Antes de su investigación se pensaba que las capacidades de la Red estaban constantemente alternando entre la congestión que se produce cuando millones de usuarios quieren copiar algo y los descensos de cuando se retiran desalentados. Se podía suponer que esto generaría un esquema muy fluctuante, en forma de picos de sierra, como el que presenta la estática en la radio. Pero no era así...

Huberman y Lukose empezaron a medir la congestión de forma sistemática en 1997, mandando paquetes de bits a otro ordenador y viendo el tiempo que tardaba el viaje de ida y vuelta. También midieron los tiempos de bajada de páginas desde sitios remotos de la web. El resultado fue que presenciaron un panorama en el que la mayor parte del tiempo la capacidad máxima no era usada, pero en el que irrumpían tormentas súbitas que colapsaban el sistema. La explicación tiene que ver con las hipótesis que cada usuario hace sobre el comportamiento del resto, y pertenece más a la teoría de juegos que a las telecomunicaciones.

Cuando hay poca demora en el acceso, el internauta tiende al máximo uso del ancho de banda. Cuando hay gran demora, deja de pedir cosas a la Red, porque piensa que los demás harán lo mismo. Estas explicaciones sociales de flujos tecnológicos son muy fértiles en el estudio de la web.

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