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Reportaje:

¡Ponte, que te atropello!

Una pareja simuló accidentes de tráfico para timar a siete compañías de seguros 28.203 euros

Basilio A. R. y Carmen L. F., matrimonio residente en Valencia, urdieron un plan para aumentar considerablemente sus ingresos durante los años 1996 a 1998. En esencia, Basilio cogía el coche, atropellaba a su mujer (pero poco), pasaba el parte a la compañía de seguros y ella cobraba por las lesiones. Siete compañías de seguros abonaron rigurosamente cantidades de cierta importancia, más de 28.203,24 euros (4.859.010 pesetas) e incluso lo hicieron con celeridad porque entre el conductor que embestía y la víctima maltrecha siempre hubo partes amistosos conformes con las liquidaciones.

Basilio, de 39 años, y Carmen, de 35, protagonizaron un serial que incluyó episodios de cierta sofisticación. En tres ocasiones, Carmen iba montada en su bicicleta, por la que consiguió que le abonaran 150,25 euros (25.000 pesetas). En otra, portaba un carrito de bebé, valorada en 296,9 euros (49.400 pesetas). Fue arrollada por Basilio cuando cruzaba una calle con un televisor en las manos y hasta trató de pasar por buenos certificados de desprendimiento de placenta por embarazos que nunca fueran tales. Para el timo se bastaron ellos solos salvo en dos ocasiones en las que, sin saberlo, fueron cómplices suegra y dos primos. La mentira quedó al descubierto por un error de principiantes y el timo del ¡ponte, que te atropello! les ha costado cuatro años de cárcel.

La mujer presentó falsos certificados de aborto que en una ocasión se aceptaron

Todo empezó el 12 de julio de 1996. El día anterior Basilio fue detenido por un atropello y su madre puso la fianza para salvarle de la cárcel. Salía Basilio de un aparcamiento de la plaza de Europa cuando atropelló a una ciclista llamada Carmen. Basilio pasó parte a la compañía de seguros y Carmen cobró 4.808,1 euros (800.000 pesetas) por las lesiones y 150,25 euros (25.000 pesetas) por la bicicleta. El primer timo funcionó y como nadie se apercibió del matrimonio entre ambos, Basilio propuso a Carmen un nuevo atropello, para lo que antes suscribió una póliza con otra compañía y sobre otro coche.

El 10 de octubre de aquel mismo año, Basilio circulaba por la calle de Miguel Hernández de Alaquàs cuando una bicicleta volvió a cruzarse en su trayectoria. Las lesiones fueron más graves y Carmen cobró por ellas 10.626,46 euros (1.768.095 pesetas). Un mes después, en noviembre, firmó otro contrato de seguro con un vehículo distinto. Y el 17 de diciembre, en Xirivella, tumbó de nuevo a una mujer de su bicicleta. Carmen se hizo sólo rasguños por los que se embolsó 1.090,96 euros (181.520), incluida la compensación por la bicicleta.

Pasaron sólo cuatro meses hasta que Basilio volvió a las andadas. Se saltó un paso de cebra, con el cuarto coche asegurado, en el instante en el que cruzaba una mujer con un carrito de bebé. Ella, Carmen, recibió de la compañía un total de 3.245,47 euros (540.000 pesetas). Como el episodio salió bien, repitieron el número del carrito, añadiendo que ella estaba embarazada y el carrito iba vacío. Pero no coló. Aportaron a la compañía un parte médico falso del Servicio Valenciano de la Salud en el que constaba un desprendimiento de placenta. La compañía no lo vio claro y Carmen no cobró.

Llegado el mes de mayo de 1997, Basilio vuelve a cambiar de aseguradora para el 15 de junio presentar un parte de atropello a una mujer que iba en bici y además estaba embarazada. Intentaron de nuevo lo del certificado de desprendimiento de placenta y se pasó por bueno. Total para Carmen y Basilio: 3.606,07 euros (600.000 pesetas).

Volvieron al ¡ponte, que te atropello! en agosto de 1997 con el mismo coche. Basilio iba por la calle de Ramón y Cajal de Terrassa cuando atropelló a un peatón que además llevaba encima una cámara de fotos. La aseguradora tragó y compensó a Carmen por las lesiones y la cámara con 1.772,96 euros (294.995 pesetas).

En noviembre de 1997 Basilio y Carmen incorporan a su farsa a un tercero, Fernando, que sin saber nada de nada, atropella a una mujer para no pillar a un perro. Ella, además, llevaba una televisión en las manos. Aquí no hubo compensación porque vistos los comprobantes, la televisión no era la que dijeron que era y fue más el susto que el golpe.

Todo siguió con éxito para el matrimonio en tres atropellos más, con inocentes colaboradores por medio y un aborto que nunca existió y pasó por bueno. Pero en mayo de 1998, la suegra de Basilio denunció la desaparición de su coche y posterior aparición. La policía investigó y comprobó que el vehículo había estado asegurado a nombre de Basilio durante el tiempo que se prolongó la sustracción. Y aquí se acabaron los timos porque se descubrió el pastel.

El juicio se celebró el pasado 17 de septiembre en el Juzgado de lo Penal número 2 de Valencia. Los seguros reclamaron su dinero más intereses. La defensa de los acusados dijo que debían ser absueltos porque él no había hecho nada, aunque lo reconoció en la vista, y ella, si él hubiera hecho algo, estaba presa de la ley gitana que obliga a las mujeres a seguir el dictado de los maridos. El juez resolvió que Basilio y Carmen falsificaron documentación para cometer un delito continuado de falsedad, que no apreciaba sometimiento alguno a la ley gitana, que debían abonar 31.664,87 euros (5.268.591 pesetas) y pasar cuatro años en la cárcel.

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