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El Gobierno ha acogido en nueve meses a 485 menores magrebíes

Los magrebíes acogidos han aumentado un 25% respecto al año pasado

El pasado miércoles, un marroquí de 14 años fue encontrado deambulando solo por la calle de Arturo Soria (Ciudad Lineal). El menor contó a los agentes de policía que llevaba así 10 días y que no tenía familiares ni amigos cerca. Como él, 606 menores han ingresado en los dos centros de primera acogida de la Comunidad de Madrid, el de Hortaleza y el Isabel Clara Eugenia, desde enero de este año. El 80% son de origen magrebí y muchos de ellos han llegado hasta España tras vivir una situación límite. Otros son menores que fueron hallados solos tras escaparse de sus casas o, simplemente, muchachos perdidos. En estos centros públicos se les ayuda a resolver su situación; son lugares de paso.

La policía encontró al joven marroquí el miércoles. Un día antes había hallado a otros dos menores en similares circunstancias, andando solos por la calle y sin familiares a los que acudir. El jueves fue un bebé de unos meses, cuyos padres lo abandonaron en plena calle, el que protagonizó una historia de desamparo. De todos estos casos de menores se encargan los dos centros de primera acogida de la Comunidad, situados en el babarrio de Hortaleza. El denominado Hortaleza atiende a jóvenes de 15 a 18 años.

El Isabel Clara Eugenia (ICE) acoge a menores de 0 a 14 años. Allí, la Comisión de Tutela ejerce la protección del menor, analiza su situación y lo cuida. Por sus instalaciones pasan todos los menores que necesitan la protección que sus padres no les pueden dar, no sólo los que están desamparados, también los niños que son prostituidos, los que sufren malos tratos o los que ejercen la mendicidad.

Desde que comenzó el año, 606 de estos menores atravesaron las puertas de los dos centros de primera acogida y muchos de ellos deambulaban solos por las calles.

María Obdulia Mora, responsable de la acción tutelar de los centros de acogida, asegura que no todos estos menores estaban en situación de desamparo ni absolutamente solos, ya que hasta ellos llegan niños que se han escapado de casa después de una discusión familiar o algunos que, por un despiste de los padres, se han perdido por la calle.

Hace poco, trabajadores de estas dos instituciones cuidaron a cuatro niños durante días porque su madre había sido hospitalizada y no tenía ningún familiar que pudiera encargarse de ellos. Sin embargo, según Mora, estos casos de abandono circunstancial son los menos. La 'inmensa mayoría' de esos 606 menores es de origen magrebí sin familia en España.

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Una vez que los menores ingresan en los centros, un equipo interdisciplinar inicia el estudio de la situación sociofamiliar de cada menor para orientar las medidas a tomar. Lo primero que intenta el equipo es el 'reagrupamiento familiar', aunque no siempre lo consigue. Los chavales pasan como mínimo tres semanas en estas instituciones. En ese tiempo, los equipos de trabajo favorecen su adaptación y determinan lo que es mejor para él. Después, o bien regresan con sus familias o ingresan en hogares concertados, pisos, residencias o centros de acogida. Además, existe una atención individualizada para todos los niños.

Como dice María Obdulia Mora, no se puede tratar a todos por igual, porque cada uno tiene una situación familiar diferente. 'Por eso el equipo se vuelca con cada niño individualmente. Éste es precisamente nuestro gran esfuerzo. No podemos tratarlos en bloques, porque cada uno tiene su propia cara y trae detrás su propia historia'. Los educadores intentan siempre la reintegración social de los pequeños en el ambiente más adecuado y que se adapten a su nueva situación sin perder sus raíces. Un buen ejemplo de ello son Abdul y Kharim (nombres supuestos).

Desatención

Abdul tiene un hermano de 20 años, Kharim, pero en realidad está solo, porque éste no puede cuidarle. Kharim está intentando lograr la estabilidad laboral: ha conseguido ya el permiso de residencia y está buscando trabajo. En el centro de primera acogida cuidan al menor de los hermanos y le han mandado a un hogar concertado que está situado cerca de donde vive Kharim. Cuando su hermano esté preparado para cuidarlo, Abdul volverá con él.

Pero hay veces en las que la integración y la normalización social de los niños no resulta nada fácil. María Obdulia Mora explica que algunos menores llegan al centro, se duchan, comen, duermen y vuelven a las calles a deambular solos. No están dispuestos a seguir unas normas. 'Es una realidad, por qué negarla', afirma Mora. 'Para ayudar hay que dejarse ayudar'.

Camas de colores y muñecos para los niños

La Comisión de Tutela del Menor desarrolla las competencias que tiene la Comunidad en lo que se refiere a la protección de los menores. En 2001 esta comisión abrió 2.455 expedientes de menores. El 56,9% era niños. La mayoría tenía más de 12 años. Todos pasaron por un centro de primera acogida. Sus instalaciones están preparadas para 40 niños. El pasado viernes, los más pequeños dormían la siesta en el Isabel Clara Eugenia. Los bebés, acostados boca abajo, parecían ajenos a lo que les había llevado allí: maltrato, abandono, abusos... Cuando llegan a uno de los centros, los médicos les hacen una revisión, con análisis de sangre y vacunas incluidas.

El resto del edificio, que antes era un internado, está lleno de camas con colchas de colores, cortinas con nubes dibujadas, muñecos de peluche y de niños viendo la televisión, pintando o haciendo pulseras.

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