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Los Verdes deciden

La victoria de socialdemócratas y verdes en Alemania es importante para el conjunto de la ciudadanía europea por tres razones. En primer lugar, revalida un proyecto de modernización de la sociedad alemana -el país más poblado y con la economía más fuerte de Europa- con un alto contenido social y ecológico. Como en Suecia, los ciudadanos han optado por preservar el Estado de bienestar, introduciendo reformas pero sin desmantelar las conquistas sociales, frente al programa conservador de menos impuestos, menos gasto social.

En segundo lugar, refuerza la opción federalista en el debate sobre la construcción europea y la autonomía de la UE en relación con EE UU, frente al seguidismo entusiasta de Tony Blair, Silvio Berlusconi y José María Aznar respecto a la política belicista de Georges W. Bush.

No deja de ser paradójico que la primera vez que la formación de Fischer llega al Gobierno federal, Alemania se comprometa en conflictos internacionales como los de Yugoslavia y Afganistán

Y en tercer lugar garantiza que la UE continuará siendo el motor de políticas de preservación del medio ambiente y cooperación internacional, con éxitos como el difícil proceso de ratificación del Protocolo de Kioto, que culminó en la Cumbre de Johanesburgo. Evidentemente, no todo han sido éxitos: el desempleo ha superado la barrera de los cuatro millones de parados y el Este del país sigue sufriendo un importante retraso.

Los Verdes han tenido un protagonismo destacado en las realizaciones de gobierno más emblemáticas, que Gerhard Schröder ha utilizado profusamente como bandera electoral. Alemania ha aprobado el cierre de las centrales nucleares, con un ambicioso proyecto de fomento de las energías renovables; la política de inmigración ha sufrido un cambio fundamental, abandonando el tradicional etnicismo y facilitando la nacionalización de los inmigrantes; se ha aprobado una avanzada ley de parejas de hecho, y Alemania está reformando su modelo agroalimentario con políticas basadas en la seguridad alimentaria y la agricultura ecológica.

En el plano europeo e internacional, Alemania ha abandonado su tradicional papel de gigante económico y enano político. Joschka Fischer ha impulsado el debate sobre la construcción europea y el papel de la UE en el mundo. No deja de ser paradójico que la primera vez que Los Verdes llegan al Gobierno federal, Alemania se comprometa con sus socios europeos en conflictos internacionales como los de Yugoslavia y Afganistán. A pesar de todas las contradicciones y análisis negativos que puedan hacerse, el elemento positivo es que cuando Alemania ha vuelto a tener un destacado papel internacional ha sido siempre en el marco europeo, con una clara voluntad de fortalecer la dimensión exterior de la UE y con unos límites muy precisos, como se ha demostrado con el no de verdes y socialdemócratas a la pretensión norteamericana de atacar Irak.

Las elecciones alemanas tenían un especial significado para la izquierda verde europea. No en vano el ecologismo político se desarrolló y empezó a adquirir responsabilidades institucionales en Alemania.

Aún hoy Alemania es el país que cuenta con una cultura ecológica más arraigada, que incluso ha contaminado al resto de fuerzas políticas. Ya quisiéramos que el PP tuviera el mismo programa medioambiental que sus homólogos de la CDU, hoy no estaríamos discutiendo sobre el Plan Hidrológico Nacional.

Los Verdes alemanes han tenido una intensa evolución con enormes contradicciones, en 20 años han pasado de ser un movimiento de protesta antisistema a convertirse en un partido alternativo en un Gobierno de coalición. El gran logro de Fischer es que el electorado verde ha hecho ese recorrido con su partido. El eslogan de ministro por fuera verde por dentro expresa mejor que nada la voluntad del partido verde de continuar asumiendo responsabilidades de gobierno sin renunciar a los objetivos y al estilo de hacer política propios del ecologismo político. El electorado ha reforzado a los verdes para que puedan decidir aún más en el nuevo Gobierno de coalición.

La política de alianzas y la presencia en el Gobierno es siempre uno de los principales dilemas de la izquierda alternativa en Europa. El caso alemán pone en evidencia que Los Verdes son una fuerza política consolidada en Europa, capaz de asumir responsabilidades de gobierno, e imprescindible para llevar adelante proyectos de modernización de las sociedades europeas. No hay modernización real si no se asume la sostenibilidad ecológica, el desarrollo de los derechos sociales en todas sus dimensiones, la pluralidad cultural y la diversidad de nuestras sociedades, y no se incorporan nuevos instrumentos de participación democrática.

Cataluña tiene como primer reto colectivo superar el déficit social, ecológico y democrático que venimos arrastrando. Aquí también la izquierda verde, representada por ICV, en alianza con otras fuerzas de la izquierda, será la garantía del impulso de una nueva etapa de reformas sociales y ecológicas. Los verdes deciden, decidimos.

Joan Saura es presidente de ICV.

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