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Reportaje:

La niña que vino del mar

La Junta y una familia española se disputan la custodia de una nigeriana de 22 meses cuya madre se ahogó en el Estrecho

La custodia de C. O., una niña nigeriana de 22 meses, es asunto de polémica entre los tribunales y la Junta de Andalucía. Hace unos meses que una familia algecireña se hizo cargo de la niña, después de que su padre, un ciudadano nigeriano cuyo nombre corresponde a las iniciales F. O., decidiese dejarla en manos de un sacerdote de la ciudad para trasladarse a Madrid a buscar trabajo. Fue entonces cuando el párroco de la iglesia de San Pedro, Andrés Avelino, encargó el cuidado y custodia de la niña a la familia de Virgilio M. F., un ex guardia civil de 60 años, que se mostró encantado de integrar entre sus tres hijos a la cría.

El choque entre la Junta y los tribunales se produjo cuando el titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Algeciras emitió un auto, por el que considera que 'la custodia de la niña por parte de esta familia es una solución más adecuada que la tutela de la Administración pública' que pretende la Junta. De momento, los padres, ante la posibilidad de que la Administración autonómica culmine el proceso de desamparo y decida retirarles la custodia de la niña, han decidido abandonar su casa. Sólo sus abogados sirven de canal de comunicación con Virgilio y su familia.

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El móvil que lleva a la Junta a actuar de esta manera no es otro que la posibilidad de que F. O., el padre de la menor, hubiese intentando venderla con anterioridad a su marcha a Madrid. En los días previos, algunas personas próximas a la Casa de los Hermanos de la Cruz Blanca, donde se alojaban atendidos por Isidoro Macías, conocido como Padre Pateras, sospecharon de esta posibilidad.

'A mí nunca me dejaron la niña', manifestó ayer el párroco de la Iglesia de San Pedro, Andrés Avelino, quien no quiso relatar lo sucedido aunque sí apuntó que 'el joven nigeriano tuvo algunos problemas en la Casa de la Cruz Blanca y entonces vino aquí'. Fue entonces cuando le convencieron de que, antes de partir a Madrid, dejase a la niña en buenas manos.

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La cría se encontraba en buen estado de salud, tras haber sido atendida por los franciscanos de la Cruz Blanca durante varios meses.

Desde que ella y su padre llegaron a Tarifa a bordo de una embarcación hasta que se separaron pasaron casi 10 meses. La niña quedó en manos de su padre al término de una trágica travesía del Estrecho, que acabó con el naufragio de la embarcación y la muerte de la madre.

Ahora la familia algecireña en la que se encuentra acogida la menor pretende que la custodia se le conceda tal y como sugiere el juez algecireño a raíz del informe del ministerio fiscal, en el que, entre otras cosas, se dice que C. O. 'es una privilegiada, ya que su historia es la única con final feliz entre las múltiples historias cargadas de dramatismo que la inmigración ilegal genera a diario en nuestro país'. El fiscal, no obstante, reconoce que la Junta 'tiene todo el derecho a reclamar el cumplimiento de las competencias que tiene legalmente atribuidas'. El ex guardia civil y su esposa insisten en la necesidad de que la niña permanezca entre ellos, al ser la única familia que conoce.

Colectivos sociales, asociaciones de ayuda al inmigrante y la propia Iglesia reclaman un final feliz para todos y, según afirman, eso pasa por permitir que C. O. siga viviendo junto a la familia que la acogió el pasado octubre.

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