Los impuestos deciden menos
La mejora fiscal en 2003 suaviza los perniciosos efectos de la inflación sobre el ahorro
El año próximo, los ahorradores disfrutarán de una nueva fiscalidad más beneficiosa para las rentas de capital, sean éstas consideradas rendimientos o ganancias patrimoniales. El tratamiento de las plusvalías con más de un año de vida mejora al pasar el tipo fijo aplicado -con independencia de las rentas del ahorrador- del 18% al 15%. Una medida que beneficia a las ventas de acciones y de participaciones de fondos de inversión, así como a las plusvalías obtenidas en la venta de inmuebles.
También los rendimientos generados a plazos superiores a 2 años, que antes tenían una exoneración del 30% de las ganancias, ahora la verán aumentada hasta el 40%. Los claros ganadores de esta reforma que afectará a la declaración de la renta del año próximo son los seguros de vida-ahorro con que gozarán de esa exención del 40% para más de 2 años que se elevará hasta el 75% en plazos superiores a los 5 años. Teniendo en cuenta esta reforma, y aplicando a la rentabilidad nominal la inflación y los impuestos, un estudio elaborado por Abante Asesores revela que con una rentabilidad del 3% anual ningún producto financiero permite mantener el dinero comprometido con la inversión inicial.
Los dividendos de las acciones y los seguros de vida-ahorro son los que ofrecen la mayor rentabilidad financiero-fiscal
Con una rentabilidad anual del 3%, ningún tipo de inversión consigue mantener el valor de los 1.000 euros invertidos
Pérdida segura
En este supuesto de colocar 1.000 euros en los distintos productos, ambas tijeras (inflación e impuestos) rebajan la cifra inicial. Sin embargo, de estas dos variables, la que tiene más peso es la inflación, ya que el sistema impositivo está muy suavizado, incluso para aquellos que perciben las rentas más altas, sin que existan grandes diferencias entre unos y otros.
Así, sólo con los impuestos, ahorrar resulta una actividad lucrativa, pese al bajo tipo de interés. Por ejemplo, a un año y un día, un ahorrador obtendría 1.025,4 euros en ese plazo. Sin embargo, una vez pasado por el tamiz de la subida de los precios, el panorama es desolador. Un ejercicio que también ha realizado Abante con una rentabilidad nominal del 4%, porcentaje que actualmente es difícil de obtener en los productos sin riesgo.
En este supuesto, los seguros de vida y los dividendos que ofrecen las acciones son los únicos productos que permiten sacar una ganancia a los 1.000 euros invertidos. Una ganancia, bien es cierto, exigua pero que al menos permite al ahorrador que su dinero no se deprecie con el paso de los años.
Lógicamente las rentas que se consiguen a plazo de un año o inferior tienen el peor tratamiento fiscal y son las que más sufren el mordisco fiscal, a medida que las rentas conjuntas del contribuyente van aumentado y soporta unos tipos impositivos marginales más elevados.
La desgravación en los productos de pensiones puede resultar la única alternativa fiscal interesante. Pero, eso sí, siempre que los planes de pensiones no estén en Bolsa.
Dinero preparado para entrar en Bolsa
Las ganancias de la Bolsa son las únicas que de forma decidida pueden dar un vuelco a esta situación de rentabilidad real negativa. Los analistas consultados apuntan a que mucho dinero insatisfecho de los productos tradicionales de ahorro estaría dispuestos a entrar en los mercados si se produce un cambio en la profunda tendencia bajista que ahora viven las bolsas. En esta vuelta cautelosa a la inversión bursátil las recomendaciones se dirigen hacia títulos conservadores donde la rentabilidad por dividendo sea muy elevada. El dividendo goza de un excelente tratamiento fiscal y el castigo bursátil coloca a más de una decena de compañías con ganancias superiores al 4% que, incluso, de mantenerse la actual tasa de inflación permitiría que el dinero no pierda su poder de compra. Así, con un 4% de ganancia y recibiendo esas rentas anualmente, el resultado resulta positivo para los primeros tres tramos de rentas que van hasta los 25.800 euros de ingresos no financieros. Para las rentas más altas, el dividendo también supone reducir de forma notable la merma de inflación e impuestos. En el tramo más alto, a partir de los 45.000 euros, los hipotéticos 1.000 euros invertidos en un año se reduce a 995, mientras que si ese dinero se obtiene en un depósito se mermaría hasta los 986,5 euros.
Esta ventaja del dividendo en el supuesto de una rentabilidad del 4% también supera a la obtenida en un fondo de inversión que se mantega por un periodo superior al año. Autopistas, eléctricas y numerosas sociedades industriales, así como bancos, se encuentran dando estos niveles de rentabilidad por el corte del cupón. Una decisión inversora adecuada que debe buscar además el mantenimiento de este pago a través del tiempo como garantía de que más tarde o más temprano volverán también las plusvalías, fruto de un precio de venta superior al de compra. Una apuesta todavía con muchos riesgos pero claramente positiva frente al ahorro tradicional.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.