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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

Los jefes de los 'comandos' duran cada vez menos

El poder intimidatorio de ETA no se ha basado sólo en los atentados, sino en la capacidad para sobrevivir a los sucesivos golpes policiales. Pero desde mediados de los años ochenta, cuando las autoridades francesas comienzan a involucrarse más en la lucha contra la organización, la frecuencia de las caídas se acelera, con consecuencias importantes. Se acorta el mandato de los jefes militares y, por tanto, se les sustituye por segundones, cada vez con menos peso político, dedicados a mantener en marcha la maquinaria terrorista.

Entre la detención, en 1985, de Juan Lorenzo Lasa Mitxelena Txikierdi, lugarteniente de Txomin Iturbe Abasolo, y la de Juan Antonio Olarra, el pasado lunes, se contabiliza la caída en territorio francés de otros ocho responsables reconocidos del aparato militar, lo que da una media de un jefe cada dos años. Las rigurosas medidas de clandestinidad y autoprotección de la banda y las luchas internas hacen que, en ocasiones, sea difícil fijar el nivel de mando de cada miembro de la cúpula, que en ciertos momentos actúa de forma colegiada.

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El caso más significativo es el del colectivo Artapalo, la troika detenida en el gran golpe de Bidart (1992), compuesta por Francisco Mujika Garmendia Pakito, José Arregi Erostarbe Fiti y José Luis Álvarez Santacristina Txelis. Antes, sin embargo, habían ido a prisión Santiago Arrospide Sarasola Santi Potros (1987) y José Antonio Urrutikoetxea Josu Ternera (1989), a quien no se le ha podido probar hasta ahora su implicación en el aparato militar, que estaba entonces en manos de José Javier Zabaleta Elosegi Baldo (1990).

La relación de generales etarras detenidos continúa en los noventa con Jesús Arkautz Arana Josu de Mondragón (1991), Félix López de Lacalle Mobutu (1994), huido hace dos años, antes de ser extraditado a España, y José Javier Arizkuren Kantauri. Éste, responsable de los comandos ilegales durante el negro mandato de Ignacio Gracia Arregi Iñaki de Renteria (2000), fue capturado en París en plena tregua (1999) y dio paso a García Gaztelu Txapote (febrero de 2001), efímero antecesor de Olarra.

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