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DETERIORO DE ESPACIOS DE BARCELONA

Los pasos subterráneos de la plaza de Lesseps, cobijo de indigentes

La suciedad y el deterioro se adueñan de los pasadizos que cruzan el subsuelo

Blanca Cia

Un profundo olor a orín invade los pasos subterráneos de la plaza de Lesseps. Suciedad y paredes desconchadas, bolsas con enseres personales, cartones y alguna colchoneta es lo que se encuentra el peatón que se adentra por los pasos que cruzan la plaza. 'Y eso que ahora hay luz, porque durante meses estaba a oscuras', explica Lluís, un jubilado que juega a la petanca en el espacio central de la plaza.

Un grupo heterogéneo y variable de indigentes se ha instalado en uno de los pasos de la plaza. Van y vienen. Es el subterráneo más largo, el que comunica el espacio central con el acceso a la calle de Pérez Galdós. Últimamente se ven inmigrantes de origen subsahariano, magrebíes y también algunos procedentes de países del Este: 'Pero también hay gente de aquí. No son todos de fuera', apunta otro vecino del barrio que, como otros, lo explica con cierta cara de resignación. No les gusta: 'No ha pasado nada. Pero hay muchas personas que tienen miedo de pasar cuando están ellos'. El aspecto sólo mejora cuando los pasos inferiores se limpian: 'Pero deberían pasar más a menudo', prosiguen. Si hace calor, los refugiados del pasaje se trasladan al espacio ajardinado de la plaza, donde hay una fuente.

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El Ayuntamiento asegura que no ha recibido quejas vecinales, que la presencia de indigentes detectada ayer se limitaba a una pareja y que no se tenía constancia de que por la noche hubiera más personas sin techo en la plaza.

Los otros pasos inferiores de Lesseps, los situados en el lado de montaña, tienen aberturas al exterior y su aspecto no es tan lamentable. Son los más transitados por los peatones.

El espacio ajardinado, como el resto de ella, ofrece una impresión de dejadez. Se trata de una zona verde bastante gris, seguramente a causa de las emanaciones de los tubos de escape de los miles de coches que transitan por la ronda a diario. Se trata de un jardín completamente rodeado de vehículos que aguarda una reforma largamente anunciada, varias veces aplazada y siempre polémica.

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En consonancia con la languidez del espacio central, hasta las pancartas de protesta contra el proyecto de reforma amarillean en los balcones de los edificios. Y el asunto no está cerrado. La comisión mixta formada por los responsables municipales del distrito, los del área de Urbanismo y los afectados por la reforma sigue intentando acercar posturas. De momento, no hay, ni mucho menos, acuerdo.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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