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Un pequeño partido trastoca el mapa electoral sueco con un polémico plan sobre inmigración

Los socialdemócratas ven peligrar su mayoría para las elecciones del domingo

El problema de la inmigración se ha convertido en el tema principal de la campaña sueca. La discusión sobre los deberes de los extranjeros, y no sólo sobre sus derechos, lanzada por el Partido Liberal ha alterado por completo todos los pronósticos. La holgada ventaja de la que disfrutaban al principio los socialdemócratas y sus aliados del Partido de la Izquierda (ex comunistas) y los Verdes se ha evaporado cuando sólo faltan 24 horas para votar. Los sondeos revelan un empate entre el bloque socialista y el conservador, cuando no otorgan una ventaja de tan sólo un 1% a los partidos de la derecha.

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Alrededor del 15% de los electores no ha decidido aún su voto. Los liberales, que en las elecciones de 1998 sólo obtuvieron el 4,7% de los votos, han encontrado un filón electoral al proponer que los inmigrantes estén obligados a superar un examen de sueco para obtener la ciudadanía, así como la necesidad de limitar las ayudas sociales a los extranjeros y de que exista de una vez una política de Estado sobre inmigración y no sólo de refugiados. El debate que han abierto les ha llevado hasta el 14% en intención de voto, según las encuestas, arrebatando sufragios al Partido Moderado (antes Conservador), que cae del 22,9% de hace cuatro años al 18%, e incluso a los socialdemócratas, estabilizados en un pobre 36% cuando hace sólo un mes llegaron a tener el 40%. El 11,3% de la población de Suecia, unos nueve millones, es extranjera.

Buena parte del ascenso de los liberales se debe también a que han sabido aprovechar el espacio vacío dejado por los grandes partidos, cuyos estrategas consideraron más conveniente una campaña sin grandes emociones. Pero el efecto parece haber sido justo el contrario. De hecho, la salmodia sobre la extensión de las ayudas asistenciales del Estado a lactantes y ancianos por parte de la izquierda y la promesa de una rebaja de impuestos repetida como una jaculatoria por parte de los conservadores ha llevado a muchos votantes a fijarse en un pequeño partido que, como dice Hakam Jacobson, uno de sus jóvenes militantes de base, 'se ha atrevido a hablar de un problema, el de la segregación, que hasta hace poco se quería ocultar'.

Esta táctica ha sentado mal en las filas socialistas. Pernilla Zethraeus, secretaria general del Partido de la Izquierda, el partido que cuenta con más candidatos (el 10%) nacidos en el extranjero, afirma que 'los liberales han iniciado una discusión odiosa entre ellos y nosotros, que me temo que sólo fomentará opiniones racistas'. Para Margarita Pulido, argentina y candidata en el puesto 14 de la lista de Estocolmo del Partido Socialdemócrata, la propuesta de los liberales 'es muy negativa, ya que supone abrir una rendija a la ola de xenofobia que recorre Europa'. En su opinión, a la derecha le va a salir el tiro por la culata porque los extranjeros 'están tan preocupados que el domingo van a votar en masa'.

Pero lo cierto es que los liberales han cogido por sorpresa a los demás partidos. Los socialdemócratas, con su líder y primer ministro, Göran Persson, a la cabeza, confiados en su aseada gestión económica de los últimos años -crecimiento sostenido, poco paro (3,8%) y baja inflación (2%)- han presentado una oferta electoral, que bajo el lema de 'trabajar juntos por la seguridad y el desarrollo', no plantea novedades ni medidas ambiciosas (acabar con las listas de espera en los hospitales, aumentar el número de policías en las calles...). Los conservadores, por su parte, han vuelto a insistir en su visión catastrofista de Suecia como 'infierno fiscal' que ahuyenta a empresas y talentos.

Los dos grandes partidos también han coincidido en evitar durante la campaña toda mención a Europa. Nada sobre la incorporación de Suecia al euro, sobre el que está previsto que se celebre un referéndum el año que viene, y nada sobre sus relaciones con la OTAN, cuando, en la cumbre de Praga del próximo noviembre, se integrarán en la Alianza las tres vecinas repúblicas bálticas. Un silencio más clamoroso cuando ambas materias serán algunas de las grandes decisiones que deberá tomar el futuro Gobierno, sea del color que sea.

La ausencia de Europa, admite la secretaria general del Partido de la Izquierda, 'es un truco para no ahondar las diferencias no sólo entre los dos bloques, socialistas y conservadores, sino también dentro de algunos partidos como es el caso de los socialdemócratas'. Ni los ex comunistas ni los Verdes aprueban entrar en el euro.

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