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Crítica:UNA LÚCIDA MEMORIA DE EUROPA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reflexiones necesarias

En medio de la insustancialidad predominante en la narrativa europea contemporánea emergió hace una década la obra de Imre Kertész, un firme y luminoso testimonio de la resistencia del genio literario, tras haber estado oculto durante treinta años. Enterrado vivo en la dictadura comunista, el sobreviviente de los campos de concentración había llenado miles de fichas y páginas en torno a un mismo tema: 'La victoria de Auschwitz, dado que (...) el mundo como narración también trata de lo mismo'. Sin embargo, la vivencia del Holocausto es sólo un aspecto -presentado sin pathos, con la lógica desnuda e implacable de los hechos- de una interpretación del mundo a partir del cuestionamiento radical de todas las ideologías y creencias. Lo que ocupa a Kertész es el proceso de construcción de identidad en un entorno totalitario impostor de identidades.

YO, EL OTRO

Imre Kertész Traducción de Adan Kovascics El Acantilado. Barcelona, 2002 244 páginas. 10 euros

Más información
'El Holocausto no tiene lengua. Cada superviviente lo rememora con las palabras de su propio idioma'

La lectura de cualquiera de los libros del escritor húngaro -sus novelas autobiográficas Sin destino o El fracaso, la ficción ensayística Kaddish por el hijo no nacido hasta las conferencias de Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura- equivale a una terapia neuronal, ya que supone una lección de rigor estilístico y de lucidez mental. Mantener esta lucidez ha sido decisivo, declara Kertész, para sobrevivir y poder seguir escribiendo: '¿Cuáles han sido mis dotes superiores? No obedecer a la única inspiración de este país: a la eterna tentación de los cantos de sirena que invitan al suicidio psíquico, intelectual y, finalmente, físico'.

Kertész es un escritor de marcado corte filosófico, el pensamiento domina la narración, y, dentro de esta categoría, un pensador compulsivo e impúdico, que habla con la sinceridad del que no tiene nada que perder. Donde habitualmente el hombre ejerce de censor de sí mismo, Kertész se desentiende de las instancias protectoras del ego y denuncia al 'yo extraño arraigado en mí, el moralista autojustificador, el mentiroso fabricante de fábulas'. Eso vale también para Otro distinto, tanto más por tratarse de una especie de apunte de diario, formulado en un lenguaje preciso, donde el autor fija con pinzas hasta el más mínimo temblor de su alma.

Y no para de plantearse

preguntas, sobre la responsabilidad del individuo en los errores colectivos, sobre la capacidad catártica de la memoria, y, siempre de nuevo sobre su identidad como escritor, como judío y como húngaro. El peso específico de esas deliberaciones inconexas deriva de que no nacen de generalizaciones, sino que parten de la experiencia ultima de una persona concreta, I. K. Sus anotaciones arrancan con el año 1991, con una escéptica mirada sobre los supuestos cambios producidos en Hungría con la desaparición del régimen comunista, y concluyen con la muerte de su esposa, en 1996. Y entre estos dos extremos cabe un espectro temático muy amplio: anécdotas de los viajes de conferenciante, observaciones sobre la realidad social y cultural de los países que visita (cáusticos comentarios sobre Alemania y Austria), análisis crítico de su obsesiva ocupación con el pasado, las lecturas de los autores admirados, Camus, Kafka, Wittgenstein, etcétera.

La ventaja de la prosa autobiográfica es que permite la libre asociación de temas dispares sin someterla a un ordenamiento forzado -por eso Yo, el otro resulta tan legible a pesar de la seriedad de los asuntos que trata-. La desventaja es que por su carácter misceláneo cuesta separar lo relevante de lo anecdótico. Parece que a ratos, donde se explaya en las peripecias de los bolos literarios o describe largamente los accidentes atmosféricos, el autor ha bajado la guardia y se ha vuelto garrulo. Es cuando las obsesiones y resentimientos vencen a la razón ecuánime (casi sobrehumana, todo hay que decirlo), cuando las aserciones adquieren una consistencia esponjosa -'las situaciones modernas riman de alguna manera con Auschwitz; de algún modo, Auschwitz siempre surge de las situaciones modernas'-, en abierta contradicción con la habitual solidez y penetración de las argumentaciones de Kertész.

Estos ocasionales destemples, de todos modos, apenas merman la entidad del conjunto que, sin ser el mejor trabajo de su autor, se distingue por su inteligencia, su estilo inspirado -¡cuántas frases memorables!-, su análisis cabal, si bien pesimista de la actualidad en Centroeuropa, y por confirmar a Kertész como uno de los pocos intelectuales que no cesan de plantear preguntas. Preguntas necesarias.

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