Defensa y disuasión

La sorpresa y ferocidad de los ataques terroristas del 11-S hicieron que EE UU quedara libre de las ataduras de política exterior que habían servido antes al país, durante más de cinco décadas. Entre ellas, la idea de que el poder militar estadounidense, con su propia existencia, podía disuadir los impulsos agresivos de cualquier nación enemiga. En su lugar, la Administración de Bush ha tomado una estrategia más beligerante que consiste en golpear primero a los posibles atacantes. Esta estrategia puede ser apropiada para tratar con grupos terroristas, pero en el aniversario de esos atentados sigue teniendo un papel importante en la política de EE UU la teoría de la disuasión. La disuasión es una diplomática manera de expresar una simple y brutal idea: un ataque contra EE UU conllevaría una represalia militar devastadora contra el país responsable. (...) Confiar en esta política de disuasión ha conseguido preservar una difícil pero duradera paz. (...) Por contra, la amenaza de que EE UU pueda golpear primero puede suponer para los enemigos un incentivo de la utilización de sus fuerzas militares, incluso armas no convencionales, antes de perderlas. (...) Tras el 11-S, Bush ha explicado convincentemente que a las organizaciones terroristas (...) no se las puede controlar con amenazas de represalias, y deben ser detenidas antes de que ataquen. (...) Pero a la larga, creemos que la disuasión puede ser todavía una gran fuerza para responder a las muchas amenazas que debe encarar EE UU. (...) Es la política de seguridad menos arriesgada y no debe ser descartada por precipitación.

Nueva York, 10 de septiembre