_
_
_
_
Reportaje:LA VUELTA A CLASE

Sonrisas, lágrimas y... algún despiste

Los alumnos del Colegio Alemán de Madrid aseguran que lo mejor de volver al colegio son los amigos, y lo peor, los deberes

Son las 8,15 y en el patio del Colegio Alemán de Madrid hay un buen alboroto montado. Acaba de comenzar el primer día de curso. Para algunos, una fecha emocionante. Para otros, el día más odiado del año. La edad, en este caso, es una variable importante. No es lo mismo tener siete años que tener 16. Y es que a los más pequeños de este colegio, centro oficial de Alemania en Madrid, se les ensancha la cara de emoción. Se agarran a sus mochilas nuevas, se despiden de sus padres sin mucha pena y corren ajetreados por el patio en busca de alguna cara conocida. Los mayores, es otra cosa. No parecen tan felices. Saben de sobra que significa volver a los libros.

Dos ejemplos ante el reto de un nuevo curso. Itzíar, de 11 años, reconoce que esta noche no ha pegado ojo: 'Estaba muy nerviosa'. Ignacio, de 16, lo ha hecho a pierna suelta: 'De nervios, nada de nada'.

En el patio, unos chavales de 13 años miran con impaciencia en el tablón el aula a la que tienen que dirigirse. Fernando, en 2º de ESO, no para de hablar con sus compañeros. Reconoce que hoy está feliz y 'tristón' a la vez. 'Tenía muchas ganas de encontrarme con mis amigos y curiosidad de ver qué profesores me iban a tocar. Pero me ha dado un montón de pereza levantarme esta mañana'.

Paula, también en 2º de ESO, ya sabe de antemano qué va a ser lo mejor de este curso: 'El viaje de intercambio de 15 días a Bremen (Alemania) en mayo'. ¿Y lo peor? 'Los exámenes que tendremos que hacer en octubre', dice resignada.

Pero para eso todavía falta tiempo. Estos primeros días son de toma de contacto. Con los profesores, con el aula, con los compañeros nuevos, con los libros recién estrenados.

Selina, de 13 años, explica que lo primero que han hecho esta mañana en clase es tener dos horas de tutoría. 'Hemos elegido al delegado de curso, nos han dado el horario y explicado las normas de incendio'. A su amiga Lía sus padres ya le han advertido que se 'ponga las pilas' desde ya. Porque, como dice, 'el primer día hay muy buenos propósitos, pero luego se van olvidando'.

Aunque los hay también muy valientes. Es el caso de Sergio, de 11 años, que dice que no le importa nada volver a clase, ni tener que estudiar. 'En Torrevieja me aburría un poco', reconoce. No le pasa lo mismo a su compañero Iván que, con voz de circunstancia, explica que ver a sus amigos le apetecía, pero hacer los deberes, no.

Ahora, en los primeros minutos de recreo, las niñas no se creen todavía haberse reencontrado después del largo verano. Se abrazan, dan saltitos de emoción, intercambian su nuevo número de móvil. Los niños ya se han organizado por su lado y comienzan a dar las primeras patadas a la pelota. No es la única separación voluntaria de sexos.

En la clase de 6º de primaria la tutora ha dejado a sus alumnos que elijan voluntariamente dónde se quieren sentar. La próxima semana será ella la que elija el sitio más conveniente para cada estudiante. Pero hoy chicos y chicas lo tienen clarísimo: ellas, todas juntas y sin separarse se han colocado a la derecha como una piña. Lo mismo han hecho ellos, pero a la izquierda.

Entre los más quejumbrosos se encuentran los alumnos de bachillerato. Los de 1º reciben su primera clase de Biología del curso. Todavía están planificando el temario que tendrán que estudiar. La profesora ya les ha informado de que los primeros días los tendrán que dedicar a repasar lo último que dieron el año pasado para 'refrescar la memoria'.

Aún así, Elba, una de las estudiantes, cuenta que tiene 'un poco de miedo' de lo que se le avecina. No le ha hecho mucha gracia empezar las clases y dice que la selectividad que tendrán que hacer el próximo curso ya le empieza a preocupar.

Primer día para profesores

Tampoco para el profesorado el primer día de curso no es un día cualquiera. 'Sobre todo si te encuentras con alumnos a los que no has dado nunca clase y no sabes cómo van a reaccionar', dice la directora técnica del Colegio Alemán, Margot Mohr.

Mohr reconoce que el primer día de curso 'siempre es el más difícil'. 'La mayoría de alumnos cambia de grupo, de aula, de asignaturas y siempre hay algún estudiante nuevo que anda un poco despistado'. Como el chico alemán que se acaba de acercar al despacho de Mohr porque no ha entendido bien si le toca clase de Física o de Química.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_