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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El escritor como detective

Desde que se publicara su primer libro de ficción (Vudú urbano, Anagrama) no ha podido verse o leerse en España, hasta la fecha, ninguna muestra más del trabajo del cineasta y escritor Edgardo Cozarinsky (Buenos Aires, 1939). En París, Budapest, Estambul, Buenos Aires o Nueva York, Cozarinsky es hoy un mot de passe. Pero recuerdo que en los años setenta decir su nombre funcionaba ya comme un mot de passe.

Es motivo de dicha, pues, la publicación en España del segundo libro de relatos de Edgardo Cozarinsky, La novia de Odessa, a cargo de Emecé que proyecta editar también Vudú urbano (1985), Borges en/y/sobre el cine (1974) y su reciente El pase del testigo. Ojalá todo esto incite a que lleguen de una vez a las salas españolas películas suyas tan imprescindibles como La guerra de un solo hombre o Los fantasmas de Tánger.

LA NOVIA DE ODESSA

Edgardo Cozarinsky Emecé. Barcelona, 2002 144 páginas. 14,50 euros

La novia de Odessa es un libro de cuentos que podrían constituir capítulos de una novela. Pero el escritor los mantiene deliberadamente separados. Que el lector busque y encuentre los nexos (el salto del documento a la ficción -autobiográfica-). Hace poco, en Buenos Aires, Cozarinsky declaró que 'si es cierta la teoría de que todo lo que uno hace en la vida es para suplir una falta, todo lo que hice escribiendo o tratando de hacer cine es reemplazar el disfraz de príncipe hindú que nunca tuve'. El narrador de estos relatos es el disfraz de príncipe hindú que se ha puesto Cozarinsky para oírselos contar. Práctica cabal de lo dicho por Roland Barthes: '... Quien habla (en el relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe no es quien es'.

Son historias, 'fragmentos de un relato mutilado, piezas aisladas de un rompecabezas que ya nunca podrá completarse', encontradas 'revolviendo el tacho de basura de la Historia'. El procedimiento empleado es el del 'analista' (en el sentido de Poe), o el de un detective, 'escéptico', como se define Cozarinsky en una de sus crónicas de El pase del testigo, en busca de una ilación entre los datos recogidos de anécdotas oídas aquí y allá, 'historias con minúscula', de gente desplazada, víctimas de la Historia. En esto, Cozarinsky -como Sebald- restituye en sus 'ficciones' la memoria de los vencidos, de los fugitivos de las atrocidades perpetradas en Europa en la primera parte del siglo XX con una premeditación y crueldad excepcionales en la historia del mundo.

El desarraigo y el cambio de

identidad es el hilo común a todos estos relatos. Desde el primero, La novia de Odessa, la historia de una muchacha rusa, no judía, que usurpa la identidad de otra, judía de Kíev, y zarpa rumbo a Argentina, esa 'tierra de paz' prometida por la colonización judía del barón Hirsch, en 1890; 110 años más tarde es su bisnieto quien, para transmitir la historia, decide 'empezar a escribirla en forma de cuento'. Hasta el último, Hotel de inmigrantes, situado en octubre de 1940 y en Lisboa. Concebido como una nouvelle, es la historia de dos amigos alemanes, uno judío, el otro no, y una joven idealista y rica norteamericana, y la amistad amorosa que une a los tres y los reúne en Lisboa, de donde emigrarán únicamente la muchacha y uno de los dos con la identidad del otro.

Quien narra esta historia es el nieto, llegado a Lisboa sesenta años después 'para estudiar los papeles de este abuelo', emigrado a Norteamérica con el pasaporte de Theo Feder, judío alemán: los 'hechos documentados en cartas, en los cuadernos de mi abuelo, en historias que oyó mi madre y más tarde me transmitió'. Más adelante el narrador nos dirá: 'Sólo he imaginado algunas disposiciones afectivas, tal vez banales, como toda clave que pretenda explicar la conducta humana; sirven para acercarme a esos seres de un pasado que sólo puedo entender a través de la literatura'. Clave ésta fundamental para comprender la razón de ser de un libro como La novia de Odessa, historias ¿imaginadas?, ¿reales?, poco importa, puesto que se vuelven reales al contarlas. Para que hagamos memoria.

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