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Tinto de verano | GENTE
Columna
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Propósito de enmienda

Elvira Lindo

No sé cómo irme. Yo soy como esas visitas pesadas que se pasan una hora despidiéndose y se te quedan en la puerta con el abrigo puesto sacando temas absurdos (que si dónde has comprado el halógeno del recibidor, que si el felpudo lo tengo igual y es de Ikea) y los anfitriones empujando suavemente para que te vayas porque están fundamentalmente hasta las narices de la visita y una vez que consiguen, sin perder la sonrisa, que la visita esté al otro lado de la puerta, dicen adiós y cierran bruscamente. Pero yo soy de las que vuelven a llamar al timbre para decir, por favor, despedidme de vuestro niño que es sencillamente encantador. Conste que a veces me doy cuenta de que fuerzo la situación porque a lo mejor estoy desarrollando el tema-felpudo, y todos escuchan en silencio, y me largo un monólogo, y cuando me cierran la puerta en las narices, me quedo meditabunda y le pregunto a mi santo, oyes, ¿no crees que nos han echado de mala manera?, y mi santo dice, cariño, reflexiona, piensa que a lo mejor te estabas poniendo pelín recurrente, nos has tenido un cuarto de hora desarrollando el tema Felpudo, y el tema Felpudo, a mi entender, como escritor y como hombre, es limitado.

A mí siempre me remuerde la conciencia. Después de haber estado de visita pienso que he hablado demasiado y que me he pasado de graciosa. Y le pregunto mil veces a mi santo, ¿me he pasado tres pueblos? Y mi santo me dice, que te calles ya y que te duermas. Pero por la noche no me puedo dormir porque hago propósito de la enmienda y me digo, la próxima vez me portaré mejor, la próxima vez seré una de esas mujeres que las sientas en una silla y ni se menean, y aunque odien a sus maridos nunca hacen un chiste sobre ellos. A mí me pasa lo contrario, hago chistes continuamente sobre los que más quiero, pero mi santo dice que eso ya lo sabía él mucho antes de que escribiera estas mamarrachadas, dice que nada más conocerme ya me vio en la cara que yo era muy chinche, pero dice que a él le gustan los riesgos. Mis hermanos dicen que lo que pasa es que es masoca. Es otra versión. La verdad es que soy así de toda la vida. Ya en la foto de la comunión, que salgo con un rosario haciéndome la creyente, tengo cara de estar pensando, ¿qué pinto yo aquí vestida de monja? Yo creo que soy así porque me quedé bajita y tengo complejazo. Me paso la vida mirando a la gente desde abajo, así que de alguna manera tengo que vengarme. Mi santo dice que con diez centímetros más hubiera sido completamente insoportable, que mi gracia está en esos diez centímetros que me faltan. En septiembre, que lo sepan ustedes, me pasaré el día preguntándoles a mis personajes, oyes, ¿no te enfadarías por aquello que dije?; oyes, que era de broma; oyes, ¿qué crees que habrá pensado la gente de mí? Nuestros niños, como son muy cabrones y me conocen, me calientan aún más la cabeza: '¿Con qué cara quieres que vayamos ahora al instituto, crees que alguien nos va a tomar en serio?'.

El otro día, íbamos a casa del abogado matrimonialista Luis Zarraluqui, y en esto que estaba allí Haro Tecglen y me preguntó al oído sumamente interesado: 'Este año por fin os separáis, ¿no?'. Desde aquí quiero tranquilizar a Haro, a Concha y a España: no nos separamos. Es una exclusiva que le cedo a EL PAÍS. Es más, mi santo quisiera hablar con el director para pedirle a ver si en septiembre me podrían dar alguna cosilla para tenerme entretenida. Es que dice que escribiendo me desfogo y que, como el toro después del rejoneo, estoy menos brava.

Vaya una despedida más larga. Si es que no sé cómo irme. Me iré con una frase que me dijo el niño Omar Torki después de meterme una trola muy gorda. Yo le había dicho: 'Omar, qué mentiroso eres', y él me contesto, 'no soy mentiroso, es que tengo un problema con la realidad y la ficción'. Pues yo tres cuartas de lo mismo, ya te digo.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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