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Columna
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'Anfetomina'

Las universidades de verano saben ser fuente de algunas de las más suculentas noticias del estío y del año en general. Parecen estar ahí para eso, como si trataran de hallar justificación en titulares que gritan a los cuatro vientos aportaciones fundamentales para la humanidad. Fundamentalmente graciosas. Como una que me llamó la atención no hace mucho, en la que algún investigador nos informaba de que las tendencias sexuales de los individuos se conformaban antes de su nacimiento, en el periodo de gestación. Ninguna oportunidad pues al medio, la educación o el capricho. Ni hablar, se es o no se es ya antes de ver la luz, y como las tendencias sexuales, cuando se habla en esos términos, se reducen a dos, nos encontraremos con fetos homosexuales y fetos heterosexuales. Ya sé que suena mal, pero la Biología dista al parecer de hallar esa vinculación entre verdad y belleza que las Matemáticas o la Física establecieron hace tiempo.

Quizá el próximo año, en otro golpe de audacia, remonten el origen de la tendencia al polvo mismo de los progenitores y nos hablen de posturas homo o posturas hétero, y haya que hacer un cursillo para sacar el carnet de padre. Y es que sobre este asunto siempre se ha fantaseado mucho, y se requiere un poco de rigor. Recuerdo que hace unos años alguien pontificó que las tendencias sexuales se debían a un plus de testosterona que recibía el feto al final del embarazo. Daba igual que fuera macho o hembra, porque el chorrete adicional de testosterona lo volvía homo sin remisión. Curiosamente, cuanto más macho o más macha, más homo. Cómo se hubiera reído Aristófanes con estas sandeces, porque la suya del andrógino era al menos una sandez bellísima.

Pero nuestro investigador veraniego no se conformaba con poner a brincar a los fetos en plena ceguera, sino que dictaminaba cómo en función de sus tendencias se sentían hombre o mujer. Oséase, si era homo y macho sentíase mujer, y si era homo y hembra sentíase hombre, así de claro, lo cual nos puede llevar a conclusiones deliciosas si aplicamos estos dicterios a los fetos mismos, para qué esperar. Y es que la Ciencia avanza que es una barbaridad. Prepárense. Ya nos sorprendieron no hace tanto al ahorrarnos el suspense y la doble ropita -rosa o azul- con la determinación del sexo de la criatura no recuerdo a partir de qué mes del embarazo. Si tenía colita era niño y si no la tenía era niña. Pero a partir de nada podrán fijarse no en la colita, sino en el plumero, con lo que desaparecerá la precisión actual y volveremos a las ambigüedades: no al suspense de antes, mas al dilema moral.

De repente nos anuncian que nuestra ansiada criatura se llamará Rosita porque es niña, pero, ¡ah verdad suprema!, se siente niño. O que se llamará Pablito, pero, en fin, ya saben, denle la vuelta a lo anterior. Y ahí surge el dilema moral al que antes hacía referencia, porque todo progenitor responsable se preguntará ante un Pablito que es niño pero se siente niña sobre las claves de su felicidad: ¿cómo será más feliz, con colita o sin ella? Pues dado que la Ciencia avanza que es una barbaridad, a Pablito le podrán cambiar de sexo en cuanto deje de ser un feto y aúlle. Y así podremos tener un Pablito que es niño pero se siente niña con colita, o un Pablito que es niño pero se siente niña sin colita, por lo que continuaremos con la doble ropita por si acaso. Y naturalmente, aplíquenle el mismo cuento a Rosita si les sale niña que se siente niño, o sea, niño, a pesar de las apariencias.

Pero, ¿termina ahí la historia? Ni lo piensen. Sigamos a Pablito por la vida. Niño que se siente niña y con colita -o sea, niña con colita- curiosamente sólo podrá ser feliz si se enamora de las niñas. ¡Sublime paradoja! Pero no se sorprendan. Porque, veamos, ¿cuál es la razón de que Pablito se sienta niña sino su tendencia sexual? ¿Y qué le ocurrirá a Pablito si se deja llevar por su tendencia sexual? Pues que se enamorara de Pedrito, que es un niño que se siente niño y con colita, o sea, todo un hombre. Mas, ¿podrá éste corresponderle sin modificar retrospectivamente su posición fetal? Según nuestro investigador, jamás. Luego Pablito sólo será feliz si se enamora de las niñas como él, o de las niñas que se sienten niñas, con colita o sin ella. De donde resulta que siendo homosexual podrá ser heterosexual, es decir, que si Pablito siendo feto era una niña, podrá alcanzar la madurez como un machote, enamorándose no de Rosita, que es un niño, sino de Amanda, que es una niña que se siente niña y no tiene colita, ni falta que le hace teniendo como tiene la de Pablito.

Escolio: leo un opúsculo de Edgar Morin en el que define el amor como sigue: es el súmum de la unión de la locura y la sabiduría. ¿Creen que tiene esto algo que ver con la Biología? Ni siquiera tiene algo que ver con el verano.

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