_
_
_
_
_
Entrevista:MARTÍN DE RIQUER | Filólogo y medievalista | SABIOS

"LA LITERATURA BUENA SUELE DIVERTIR"

Miquel Alberola

Hace apenas dos años que Martín de Riquer (Barcelona, 1914) lleva vida de jubilado. Con la muerte de su mujer, su vida ha cambiado mucho y ya no tiene el mismo entusiasmo por el trabajo. Hasta entonces, desde que en 1974 dejara la cátedra de Literaturas Románicas, estuvo trabajando en los numerosos libros que ha publicado. Ahora se dedica sólo a leer novelas.

Pregunta. ¿Lee ya por placer?

Respuesta. Durante toda mi vida he leído libros con un papel al lado y apuntando cosas con el lápiz. Pero ahora leo novelas de aventuras, de detectives y de misterio por pura distracción. También leo cosas más serias: mucho Dickens, mucho Collins...

P. Antes sólo le interesaba la literatura hasta el siglo XV.

'Durante toda mi vida he leído libros con un papel al lado y apuntando cosas con el lápiz. Pero ahora leo novelas de aventuras, de detectives'
'Lo más indignante es que quienes llevan la política conviertan a los adversarios políticos en enemigos personales'
Más información
'La literatura tiene que ser divertida'

R. Sí, menos el Quijote. Ahora ya me interesa todo. Pero por distracción.

P. Hace unos años había mucho más interés por la literatura medieval.

R. Sigue habiéndolo, pero es evidente que hace unos años, tal vez influido por el cine, adquirió una nueva popularidad. Hace 40 años nadie sabía que Excalibur era la espada del rey Artús.

P. ¿La literatura tiene que divertir?

R. La literatura buena suele divertir. No quiere decir que toda la literatura tenga que ser humorística ni jocosa, pero mientras mantenga la atención del lector, ya se puede considerar una diversión.

P. Usted no es partidario de que los niños lean el Quijote.

R. Soy partidario de que se lea cuando ya se tiene una cierta madurez. Se puede provocar en los niños una cierta aversión por el libro, sobre todo si se lo hacen leer a la fuerza. El gran placer para todos nosotros sería descubrir el Quijote, no haberlo leído y leerlo.

P. Don Quijote tiene una visión muy cálida de Barcelona y Cervantes elogió la novela de caballerías en catalán Tirant lo Blanc...

R. Cervantes estuvo en Barcelona en 1610 para ver si el conde de Lemus, que iba de virrey a Nápoles, lo admitía en su corte. Cervantes traslada elementos que vio en Cataluña a la segunda parte del Quijote. Seguramente vivió en una casa del paseo de Colón, desde cuyo balcón se puede ver, por un lado, Montjuïc y, por otro, lo que hoy es la Escuela de Náutica, que entonces fue la playa y es el sitio donde Don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca Luna, porque la Barceloneta no existía. En cuanto al Tirant, pese a ser un libro del género parodiado en el Quijote, ya está escrito con tal actitud humana que es natural que produjera un gran impacto en Cervantes.

P. ¿Las relaciones que establecieron las literaturas de la España medieval serían impensables ahora?

R. Más que literaturas medievales, había una literatura medieval. Hay relación y conexiones entre todas las románicas: la italiana, la francesa, la catalana, la castellana, la portuguesa... No hay nacionalismos, como vinieron después con el renacimiento. Por tanto, hay unas relaciones que entre la literatura castellana y catalana han existido siempre. No en vano, el marqués de Santillana se educó entre nosotros. Y después siempre ha habido en Cataluña escritores que han cultivado las dos lenguas. Y eso, lejos de crear un conflicto, significa riqueza.

P. ¿No resulta chocante que un entusiasta de la horca como Ausias March sea hoy casi el paradigma de la poesía amorosa catalana?

R. Todos los señores feudales fueron señores de horca y cuchillo, pero eso no tiene nada que ver. Uno de los mejores poetas catalanes, Guillem de Berguedà, era un sinvergüenza y un asesino, y tiene unas poesías deliciosas. François Villon era un asaltador de caminos, y es un gran poeta. Se trata del premio literario, no del premio a la virtud.

P. ¿Qué opinión le merece que se intente desgajar lo que hablan los valencianos del catalán?

R. Sólo le diré una cosa. Ausias March, nacido en Gandía, era hijo de un señor valenciano, Jaume March, y sobrino de un señor catalán, Pere March. Eran dos hermanos, uno nacido en el Reino de Valencia y otro en Cataluña, y nunca se les planteó el problema. Durante muchos años se creyó que fra Fancesc Eiximenis, que vivió siempre en Valencia, era un tipo característico de la literatura valenciana: Eiximenis nació en Girona y fue a vivir a Valencia. A Andreu Febrer lo consideraba todo el mundo valenciano hasta que yo encontré unos documentos que demostraban que era natural de Vic; es decir, que por la lengua no había el más pequeño indicio de su lugar de nacimiento.

P. ¿El ordenador ha cambiado la literatura tanto como la cambió la llegada del papel?

R. Tanto como el papel, no. También la cambió un poco la máquina de escribir, que permitía una mayor limpieza, pero la ventaja del ordenador es que te puedes poner delante e ir escribiendo sin pensar mucho en la sintaxis, y cuando tienes un largo párrafo con sus errores y sus anacolutos, lo relees y lo ordenas. De ese modo, no coartas la imaginación. Es una maravilla.

P. ¿Teme la desaparición del libro de papel frente a otros soportes tecnológicos?

R. No, porque estamos hablando de libros y de una minoría a la que les gustan y los compran. Siempre ha habido una gran masa de gente que el único libro que tenía en su casa era el listín telefónico. Incluso en familias pudientes.

P. ¿Usted fue censor en el franquismo o es un bulo?

R. Nunca, nunca. A veces me lo han venido a decir, pero no. Una vez me consultó el ministerio sobre un libro de historia. Me pidieron un informe y yo encontré el libro muy bien. Después lo prohibieron.

P. ¿Después de su etapa de senador por designación real ya no le ha interesado la política?

R. Tampoco me interesó en esa etapa. Fue una imposición de mi querido ex alumno el Rey. Se lo agradecí mucho, pero le dije que no me gustaba. Entonces me contestó que le gustaban las personas a las que no les gustaban estos cargos. En fin, no hubo más remedio. Soy el senador que ha dicho menos tonterías en el Senado, porque no tomé nunca la palabra.

P. ¿No se definiría políticamente?

R. Es muy difícil porque una cosa que en determinado momento es buena, deja de serlo. No cambian las personas, cambian los acontecimientos, y pensamos diferente, desde un punto de vista político y social, según las circunstancias. Lo más indignante es que quienes llevan la política, que es una misión excelsa y dignísima, conviertan a los adversarios políticos en enemigos personales. Esto es una burla a los electores. Cánovas y Sagasta eran muy amigos, y esto ahora no pasa.

Martín  de Riquer, en su casa de Barcelona.
Martín de Riquer, en su casa de Barcelona.SUSANNA SÁEZ

INSTITUCIÓN HUMANA

Viene de una antigua saga familiar catalana que sólo tuvo que trabajar para vivir a partir de su abuelo. Sin embargo, Martín de Riquer ('si la entrevista se publica en castellano, póngame Martín y no Martí') ha desarrollado una intensa carrera profesional con una extensa obra que lo acredita como el máximo especialista en literaturas medievales y uno de los más certeros analistas del Quijote y el Tirant lo Blanc, libro éste que considera un auténtico best seller en su tiempo. Heredero de la escuela de filólogos catalanes de Milà i Fontanals, ocupó desde 1950 la cátedra de Historia de las Literaturas Románicas de la Universidad de Barcelona, donde su magisterio lo convirtió en una institución humana fuera de discusión. Ha tenido una gran pasión por el oficio, diversificando los espectros de la cultura medieval, incluso en aspectos marginales como el armamento de los caballeros, los problemas de los duelos o los aspectos de la heráldica. Como consecuencia, nunca se ha aburrido.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_