La ilegalización de Batasuna, 5

El 26 fue un día triste para Cataluña. Tres partidos nacionalistas, dos de ellos de izquierda, se han abstenido o han votado en contra de una petición de defensa pacífica de libertad. He sentido todo el peso de nuestros fantasmas familiares: el de Felipe V, el de Franco; el peso del miedo a perder un derecho, reiteradamente perdido, por el que demasiado hemos tenido que luchar: el derecho a organizarnos nuestra identidad. Los fantasmas y los miedos ciegan. El otro día no les han permitido ver que sin vida, sin libertad, no tiene sentido hablar de derechos.

La guerra civil en la ex Yugoslavia nos hizo comprender a muchos los riesgos de un pacifismo o un nacionalismo ciegos, situados por encima de la vida y la libertad. Este verano he visitado sus preciosas tierras y, si he palpado las heridas no curadas, también he contemplado cómo en la fortificada y restaurada Dubrovnik sigue ondeando su bandera: Libertas. Tenemos que fortificar con fuerza la defensa de la libertad, sin excusas ni complejos. Yo les pediría a nuestros representantes: sed valientes, luchad también contra nuestros fantasmas familiares, no tengáis miedo a perder amistades de ceguera voluntaria. Id al País Vasco no para discutir de nacionalismo, de paz, de diálogo, todos ellos necesarios; simplemente para convivir con quienes necesitan un guardaespaldas y convivir con sus hijos. Para entender por qué viven cada día sin libertad. Para que comprendáis que nuestros fantasmas -en su día muy reales- hoy os han impedido contribuir a darles esperanza de libertad.