SAFARI PARK
Unos científicos japoneses financiados por la compañía tecnológica Field llevan varios años inspeccionando los hielos siberianos con la esperanza de desenterrar algún mamut excepcionalmente bien preservado, según informaba el diario londinense The Times el lunes pasado. Lo que más les gustaría sería encontrar unos buenos testículos de mamut, porque el esperma es uno de los tejidos que mejor se conservan en frío. Si tuvieran suerte, utilizarían un espermatozoide para fecundar un óvulo de elefanta. Si naciera una hembra híbrida, la volverían a fecundar con otro espermatozoide del mamut original, y así hasta la saciedad. El objetivo final, por supuesto, es hacer un safari park de 150 kilómetros cuadrados en la república siberiana de Sakha, en el noreste de Rusia. Todo el mundo iría a ver a los mamuts resucitados por la gracia del hombre 10.000 años después de que se extinguieran por la misma gracia, y la compañía tecnológica Field haría su agosto a 40 grados bajo cero.
¿Qué ocurriría si no encontraran esperma de suficiente calidad, ni tampoco otro tejido del que pudieran obtener un genoma completo de mamut para hacer una clonación al estilo Dolly? Quedaría la posibilidad planteada por Michael Crichton en Parque Jurásico. Los científicos del parque no disponían en aquel caso del ADN completo de ningún dinosaurio, así que usaron un genoma de rana y le introdujeron unos cuantos genes clave de dinosaurio. Ésta no es una idea tan lunática como parece. Todos los animales de este planeta comparten la mayoría de sus genes, y la diferencia entre un dinosaurio y una rana, con ser resultona, se debe probablemente a unas pocas variaciones cruciales en unos cuantos genes estratégicos.
No es probable, por cierto, que el safari park siberiano le interese a Spielberg esta vez: los mamuts eran hervíboros. Eso no da ni para un corto.
La fascinación que despierta el ADN en los estudios de Hollywood y en las empresas de Tokio se debe a que es un texto, en un sentido muy literal. Tomen un texto literario: es a la vez una cosa (tinta sobre el papel, si nos ponemos antiguos) y una pieza de información abstracta ('cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí'). El ADN es a la vez una cosa (una ristra de compuestos químicos muy simples) y una pieza de información abstracta ('que siga creciendo esa mandíbula hasta que se despierte Monterroso'). Si los dinosaurios hubieran sacado adelante el Proyecto Genomasaurio y hubieran dejado por ahí una copia en papel, con eso nos bastaría para resucitarles. No sería necesario que el ADN en sí, el ADN como cosa, estuviera preservado físicamente en ningún lado. Cuando nosotros nos extingamos, los simios que hereden el planeta tendrán muy fácil resucitarnos. Les bastará con pillar un ejemplar de la revista Nature del 15 de febrero de 2001, donde se describe el genoma humano. Otra cosa es que después de resucitarnos nos quieran mandar a Siberia.
Hablábamos ayer del gran científico Sidney Brenner. Una vez le preguntó un periodista: '¿Se podría transmitir la información del genoma del gusano a un planeta de otro sistema solar de modo que surgiera allí un gusano?' Brenner respondió: 'El problema es que no basta con computar el gusano: luego hay que construirlo físicamente. Desde luego, si en aquel planeta hubiera marcianos que dispusieran de caballos pero no de cebras, nosotros podríamos transmitirles la información genética de la cebra, y ellos podrían ponerla en un óvulo de caballo'. Ahí lo tienen: lo que viaja al otro planeta no es el ADN de la cebra, sino la mera información abstracta contenida en él, codificada en forma de radiaciones electromagnéticas (que viajan a la velocidad de la luz). Y, sin embargo, los marcianos consiguen su cebra de todos modos. ¡Es como si la cebra hubiera viajado de la Tierra al otro planeta a la velocidad de la luz!
Pero, un momento, ¿qué obtendríamos a cambio de la información de la cebra? Si los marcianos tienen caballos, ¿por qué no van a tener también dinosaurios? Pues venga para acá de inmediato esa información genómica del dinosaurio, so listos, que se la vamos a meter a un óvulo de rana y nos vamos a forrar como mamuts.
El ejercicio agosteño para el lector es: diseñe un bonito final para ese relato. Yo propongo el siguiente: los marcianos nos mandan la información genómica de sus dinosaurios, nosotros la convertimos en ADN real (en ADN-cosa) y metemos todo el tema en el óvulo de una rana. El óvulo se divide, crece, madura y, cuando el dinosaurio aprende por fin a hablar japonés, dice:
-Gracias por traerme. Ya tenía ganas de conocer este safari park.
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