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Reportaje:

El éxito contra el absentismo escolar

Juan, de 27 años, fue uno de esos niños que no acudían al colegio. Hoy día es monitor del programa contra el absentismo escolar en el barrio de Los Palmerales de Elche

El barrio de Los Palmerales es una de las zonas más deprimidas de Elche (Baix Vinalopó), aunque son muchos los que consideran que 'ya no es lo que era; puesto que ha mejorado en los últimos años, tras la destrucción de algunos edificios', como afirma el comisario de Elche, Javier Cuasante. El Ayuntamiento de Elche lleva a cabo desde 1988 programas sociales en este barrio, que culminan con la Escuela de Verano, y que pretende ofrecer alternativas de progreso a los más jóvenes. El objetivo está claro, los progresos son lentos, pero los hay. 'Los resultados se ven, porque existen, pero a largo y medio plazo', comenta una de las responsables del centro social de Los Palmerales, Natalia Santamaría. Uno de los ejemplos es Juan Díaz, que ahora tiene 27 años, y fue un niño con problemas de escolarización, que no terminó la educación básica, pero que ha conseguido normalizar su vida y convertirse en uno de los monitores de la Escuela de Verano con más experiencia. Cuando no colabora con el programa trabaja como vendedor de coches.

Tres de cada 10 niños de Los Palmerales no acude al colegio con regularidad
Repitió quinto curso dos veces y dejó el colegio con 13 años para ir a vender con su padre

'En verano tratamos de continuar el programa con los mismos niños con los que venimos trabajando durante todo el año, unos 120. La mecánica es sencilla: establecer una dinámica de ocio que permite, a la vez, la adquisición de comportamientos sociales básicos, como escuchar, sentarse en una mesa, respetar y compartir las cosas con sus compañeros e, incluso, adquirir hábitos esenciales de higiene personal', comenta Santamaría.

El programa establece talleres, salidas a piscinas públicas o campamentos de verano. Una de las actividades más importantes de este programa es continuar con la costumbre de la rutina escolar durante el periodo estival. Las Escuelas de Verano se convierten así en un centro contra el absentismo.En este barrio, la precaria escolarización la sufren el 30% de los niños.

'Yo llegué aquí por primera vez con 11 años

, comenta Juan. 'A mi no me gustaba el colegio ni estudiar ni nada de eso, pero a las Escuelas de Verano sí venía', explica. Juan pasó por problemas de escolarización como la mayoría de niños de su barrio. Repitió quinto curso dos veces y dejó el colegio con 13 años 'para vender en los mercadillos con mi padre', explica.

Ahora se ha convertido en uno de los monitores del Proyecto Despertador con más experiencia. 'El trabajo consiste en hacerse cargo de unos 13 o 14 niños, y despertarles todas las mañanas, atenderles y preocuparte de su higiene, de la ducha y de la ropa. Luego le acompañas al colegio', explica este absentista de niño reconvertido a monitor.

El atractivo de la Escuela de Verano es sencillo. '¿Qué por qué no quería ir al colegio y a la Escuela? Porque aquí te llevaban a piscina, a la playa, al telepizza...'. Lo más sencillo para muchos chicos es novedoso para la mayoría de los niños de Los Palmerales. Ofrecer una oportunidad sencilla, como la brindada a Juan, a veces es suficiente para reconducir una vida.

Lo más difícil, según Juan, es convencer a los padres de la importancia de que los niños vayan al colegio, aunque reconoce que con el tiempo se han logrado avances. 'Hay muchos padres que no entienden por qué deben molestarse en mandar al colegio a los chicos. Otros tienen problemas, son toxicómanos. Aquí la gente tiene muchos hijos, cuando son muy jóvenes, y no pueden ocuparse de ellos.'

Para Juan lo fundamental es tener una buena comunicación con los niños. 'Hay que hablarles mucho y explicárselo muchas veces; deben saber que hay que pensar en el futuro y que deben estar preparados. Yo, ahora, me arrepiento de no haber estudiado más, de no haber ido más al colegio', comenta este monitor.

Además, el perfil de estos núcleos familiares se repite. Se trata de personas con bajo nivel cultural, que tiene problemas a la hora de integrarse en trabajos normalizados. La mayoría de veces se dedican a tareas como la venta ambulante o la recogida de chatarra o cartones. Esta situación de marginación se enquista si no se rompe el círculo vicioso. Por ello, es importante ofrecer oportunidades, como la que tuvo Juan.

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