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Reportaje:

El horror como sistema

Amnistía Internacional denuncia los centenares de crímenes y vejaciones que, bajo el amparo de consejos tribales, sufren las mujeres en Pakistán

El 22 de octubre de 2001 moría en el pueblo de Goharpur, en la región paquistaní del Punjab, una mujer llamada Shukria. Su marido, Sharif, la ató a la cama, la roció con queroseno y le prendió fuego. Contó con la ayuda de su madre y su hermana. Sharif quería casarse con otra mujer porque, tras 10 años de matrimonio con Shukria, no tenía hijos. Éste es uno de los muchos casos de un informe de Amnistía Internacional (AI) sobre la situación de la mujer en Pakistán.

El informe denuncia que la esclavitud, el tráfico, las violaciones, las abrasiones con ácido, los asesinatos y los crímenes de honor a mujeres y niñas son frecuentes en Pakistán. Muchas de estas violaciones de los derechos humanos están amparadas por los consejos tribales o yirgas. En las áreas rurales del país, las yirgas se convocan para resolver disputas sobre la tierra y el agua, pero también dictan sentencias sobre afrentas al honor, asesinatos y muertes por venganzas familiares. Uno de estos tribunales ordenó hace dos meses que una maestra de 18 años fuese violada por cuatro hombres porque su hermano mantenía relaciones con una mujer de casta superior.

El informe asegura que éste no es un hecho aislado, y desgrana casos similares, como el de una niña de seis años, cuya familia la entregó por una deuda a un hombre de 60 para que la violara durante horas; o los mercados en los que se venden mujeres; o el hombre que asesinó a su hermana porque no quiso plancharle la ropa, o la proliferación de mujeres que mueren abrasadas en sus cocinas (en más del 80% de los casos no hay detenciones). La lista es larga.

Muchos de los casos responden a un crimen de honor, en el que el hombre cree que su mujer, hermana o hija han contravenido las leyes coránicas y han dañado su honor. El estudio asegura que es imposible saber cuántos hay, porque la mayoría no se denuncian, pero que son centenares cada año. AI denuncia que la persecución oficial de estos crímenes es 'laxa', mientras que las yirgas, 'cuyo objetivo no es establecer la verdad sino mantener la armonía social', a menudo los solventan con el pago de una indemnización. Por ello, pide al Gobierno paquistaní que garantice que estos consejos no sigan abusando de los derechos de las personas o prohíba las yirgas.

Una encuesta del Departamento de Desarrollo y Bienestar Social de la región de Punjab realizada en octubre de 2001 asegura que un 42% de las mujeres acepta la violencia como parte de su destino; el 33% se siente demasiado desvalida como para quejarse; el 19% protesta contra los castigos, y sólo el 4% se opone.

AI denuncia que el Gobierno paquistaní no toma medidas ni cuando las decisiones de las yirgas se traducen en asesinato o violación, que muchos jefes tribales son a la vez funcionarios y que las autoridades recurren a ellos para resolver casos que están pendientes a cambio de mantener el orden público.

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