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El fanático que precedió a Bin Laden

La 'tercera muerte' de Abu Nidal tal vez sea la definitiva, después de haber escapado durante años a sus enemigos

Ángeles Espinosa

La tercera muerte de Abu Nidal tal vez sea la definitiva. El hombre que siempre escapó a sus enemigos ya fue dado por muerto por primera vez en 1984, en las páginas del diario Al Watan al Arabi, para reaparecer poco después en Libia. Diez años más tarde, el propio líder libio, Muammar el Gaddafi, anunciaba su fallecimiento en una entrevista con Newsweek. Tampoco en aquella ocasión fue verdad. Numerosos indicios le situaban en Bagdad, desde donde ese mismo año su grupo, Al Fatah-Consejo Revolucionario, se responsabilizó del asesinato de un diplomático jordano en Beirut.

Aquel atentado, el último conocido del que hasta la aparición de Osama Bin Laden era el hombre más buscado del mundo, le valió una sentencia de muerte en Ammán el pasado diciembre. Tampoco ha sido la única. Su dilatado historial terrorista (a su grupo se le atribuyen 900 víctimas entre muertos y heridos en una veintena de países) alcanzó no sólo al enemigo israelí, sino a sus propios hermanos palestinos y a todos aquellos árabes que consideraba 'moderados', es decir, dispuestos a dialogar con Israel. Un tribunal revolucionario palestino le condenó a muerte a mediados de los setenta tras su intento de asesinar a Yasir Arafat.

Sabri Jalil al Banna, su verdadero nombre, nació en 1936 o 1937 en la ciudad palestina de Yaffa, hoy dentro de territorio israelí, en el seno de una acomodada familia de exportadores de naranjas. La creación del Estado de Israel en 1948 obligó a los Al Banna a abandonar ese enclave mediterráneo y a buscar refugio en Nablús (Cisjordania). El joven Sabri trabajó allí como maestro y brevemente como electricista en Arabia Saudí, hasta que a mediados de los sesenta se unió a Al Fatah, el grupo que acababa de fundar Arafat para reclamar la independencia de Palestina.

Su avance en las filas de esa formación le llevó a convertirse en representante en Jartum, primero, y en Bagdad, después, de la OLP, grupo paraguas del que Al Fatah es el principal integrante. Para entonces, Sabri al Banna ya había adoptado el muy apropiado apodo de Abu Nidal, literalmente Padre de la Lucha.

Sus diferencias con Arafat, a raíz de la renuncia de éste a los atentados terroristas fuera de territorio israelí, terminaron en su intento de asesinato del líder palestino y su expulsión de la OLP en 1974. Durante los siguientes años se convirtió en el cerebro del terrorismo internacional. Sus sicarios mataron a representantes de la OLP en Londres, París, Bruselas y Kuwait. En junio de 1982, su grupo se atribuyó el asesinato del embajador israelí en Londres, Shlomo Argov, que fue la gota que motivó la invasión israelí de Líbano. Un año más tarde, la víctima era el enviado itinerante de la OLP Isam Sartawi, en Lisboa. En aquellos primeros ochenta, el terror de Abu Nidal se extendió a sinagogas e intereses judíos en diferentes capitales europeas. Pero sus acciones más espectaculares fueron sin duda los atentados contra los aeropuertos de Francfort, Viena y Roma en 1985: Europa vivía por primera vez el pánico terrorista.

Considerado un renegado por los palestinos, Abu Nidal forjó alianzas de conveniencia con Bagdad, Damasco o Trípoli, lo que le llevó a ser tachado de pistolero a sueldo de esos intereses. En los últimos años se rumoreaba que sufría un cáncer.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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