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United Airlines agrava la crisis del sector al anunciar que estudia suspender pagos

Los problemas de la segunda aerolínea de EE UU arrastran en Bolsa a sus rivales

Las compañías aéreas de Estados Unidos luchan por sobrevivir, en una de las peores semanas que se recuerdan para el sector. United Airlines, la segunda aerolínea del país, ha anunciado que estudia presentar la suspensión de pagos este otoño, acosada por la deuda y por las tensas relaciones con sus empleados, que en total poseen más de la mitad de la compañía. El anuncio provocó ayer un desplome en Bolsa del valor de la empresa del 18%, que al final se recuperó, pero que se contagió al resto de aerolíneas. La crisis puede acelerar la reestructuración del sector en EE UU.

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La crisis del sector aéreo de pasajeros en Estados Unidos tiene en United Airlines una nueva víctima. Tres días antes, su competidora US Airways, la séptima aerolínea del país, anunció la bancarrota. La número uno del sector, American Airlines, notificó esta misma semana un recorte de plantilla de 7.000 trabajadores

Jack Creighton, director general interino de United Airlines, se mostró contundente el pasado miércoles: 'A menos que reduzcamos nuestros costos de manera dramática, declararnos en bancarrota sería la única oportunidad de asegurar el futuro de la compañía y continuar operando. El mundo ha cambiado. Los ingresos no se han recuperado como esperaba el sector. La demanda no ha vuelto, las tarifas se mantienen bajas y la industria está haciendo un esfuerzo por resolver la situación'.

Un discurso que buscaba dos claros receptores: los sindicatos de la compañía y la Administración de Bush. La reducción de costes por la vía de los despidos es un tema especialmente espinoso para United Airlines, ya que los 79.800 trabajadores son los propietarios mayoritarios de la aerolínea. Unos ahorros de costes que tienen fecha límite, según los directivos de United, que esperan llegar a un acuerdo en 30 días con sindicatos y proveedores para salir de la difícil situación. Además del recorte de empleo, el plan incluye la disminución de vuelos y de flota, así como una reducción de las inversiones.

Pero el problema de United Airlines no es sólo de costes. En el último trimestre del año vence deuda por valor de 875 millones de dólares (unos 892 millones de euros). Los directivos han confesado que no disponen de la liquidez suficiente para atender ese pago y mantener la actividad normal de la aerolínea.

Una solución al problema de la deuda es que el Gobierno estadounidense acepte la petición de la compañía para garantizar los créditos millonarios que la asfixian. Sin embargo, desde Washington la petición ha sido rechazada al entender que los problemas de United no están relacionados con la crisis del sector, sino con la baja productividad de la compañía. Ayer mismo, el Ejecutivo rechazó ayudar a otras dos pequeñas aerolíneas con problemas.

Castigo a las acciones

La difícil situación por la que atraviesan las compañías aéreas tiene su reflejo en el mercado de acciones. United Airlines comenzó ayer la sesión en Wall Street con una caída del 18,37%. Hace sólo un año, antes de los atentados del 11 de septiembre, la compañía superaba los 33 dólares por acción. Los títulos rozaban ayer los 2,5 dólares. La caída de ayer de United Airlines dio un giro positivo a medida que avanzaba la sesión, pero arrastró al resto de las aerolíneas. Continental llegó a perder el 4%, y American, cerca del 3%.

Los analistas financieros y de la industria consideran que lo que ocurre con American y United es una muestra de lo que le espera al resto de las grandes, medianas y pequeñas compañías aéreas de EE UU, que igualmente atraviesan serias dificultades económicas.

Una de los hipótesis que barajan los expertos es la fusión entre compañías, tal y como ocurrió con TWA, que quebró y fue adquirida por American Airlines.

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