Van Gaal y la 'Champions'
El Barcelona se la juega nada más empezar la temporada, un síntoma inequívoco de lo mal que acabó el curso pasado y de la necesidad que tiene de empezar bien el presente. El enfrentamiento con el Legia Varsovia no debería representar ningún problema, y no disputar las liguillas de clasificación redundaría en la sensación de que el club ha perdido poder y al equipo ya no le teme siquiera el campeón de Polonia, que se negó a variar el orden de partidos de la eliminatoria a cambio de dinero porque sospecha que puede ganarla. Otra cosa es considerar al Barça como favorito de la Copa de Europa aun cuando el ejemplo del Bayer Leverkusen le anime a tomar la salida.
La competición continental fue a fin de cuentas el torneo que le costó el cargo a Van Gaal en su primera etapa en el Camp Nou. Ni ganar dos ligas seguidas le sirvió para escapar de la ira de una parte de la hinchada, que asoció el despertar del Madrid en la Copa de Europa con la llegada del holandés al estadio azulgrana. La séptima y la octava del rival pesaron más que cualquier trofeo propio y entre Asprilla y el Piojo se bastaron para desmontar el mecano que Van Gaal armó con las piezas que se fue llevando del Ajax con el que fue campeón.
La laboriosa clonación barcelonista quedó tan entredicho ante el divertimento madridista, por no evocar el recuerdo de los campeonatos que Cruyff ganaba con la gorra en el descuento, que Gaspart se pasó al bando contrario. Prefirió el presidente un jugador a un entrenador, y se entregó a Rivaldo, un futbolista que garantizaba lo imposible a cambio de abandonarse en lo exigible. Tampoco resultó. Lesionado el brasileño, el Barça se desangró en Madrid y Gaspart dio media vuelta para ir al reencuentro de Van Gaal. Y Van Gaal es muy capaz de hacer cuadrar otra vez en su libreta un equipo que dispute la Liga, pero igualmente expuesto al golpe de cualquier futbolista salido de la pizarra, incapaz de ponerse a salvo de los sustos propios de las competiciones coperas. Menos mal para el Barça que Riquelme no juega en el Legia.
Así son las cosas con Van Gaal: el jugador que hace equipo siempre gana al jugador que puede joder al equipo, ya sea el propio o el rival. Van Gaal no quiere estrellas, sino que prefiere pintar su firmamento.
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