Animales abandonados
Con el verano llega la época de sufrimiento para muchos animales domésticos. El plan vacacional de ciertos humanos sin escrúpulos incluye el abandono del perro o gato que en los últimos meses (o años) ha convivido con ellos. La mayoría de estos animales fueron adquiridos en Navidad para satisfacer el capricho de algún miembro de la familia y los caprichos, como vienen se van.
A diferencia de los juguetes y las videoconsolas, que ni sienten ni padecen ni aman, perros y gatos requieren un cuidado diario. Algo insignificante para lo mucho que ofrecen a cambio. Los que poseemos alguno de estos animales sabemos que los cuidados que les prodigamos nos son devueltos con creces en forma de cariño y fidelidad, que muchas personas traicionan miserablemente en verano.
El animal que fue traído a casa con tantas alharacas meses atrás ahora estorba y hay que deshacerse de él. ¿Cómo? ¿Dejándole en un hotel para perros? ¿Llevándole a un centro de acogida? Eso implica muchas molestias y hay que dar la cara. Es más fácil y cobarde seguir el camino que han señalizado otros muchos congéneres, el camino que desemboca en un descampado o en una carretera de mala muerte. Mala muerte, sí, porque ¿existe peor muerte que ser abandonado por las personas a las que tanto cariño les has dado? ¿Qué pasará por la cabeza de estos animales cuando se ven desamparados en medio de un paraje desconocido? Mientras tanto, los inhumanos que han perpetrado semejante atrocidad se dirigen como si tal cosa a su lugar de veraneo. ¿Disfrutarán a pierna suelta o la conciencia se lo impedirá? Disfrutarán, seguro. No tienen conciencia moral.