El chupinazo más triste
El día más bonito que tenemos los vitorianos nos lo han estropeado. Fue triste, muy triste, lo que ocurrió el domingo en la plaza de la Virgen Blanca. Cuando Celedón empezó su descenso, lo que sentí fue tristeza... Sí, claro que me emocioné, porque cualquier vitoriano se emociona cuando 'la alegría baja del cielo', pero los de siempre se encargaron de que la alegría no fuera la misma que la de cada 4 de agosto.
Vivimos sin libertad, coaccionados; vivimos bajo la amenaza continua, y, no contentos con eso, impusieron el domingo, como siempre, su voluntad sin respetar a nada ni a nadie. Vitoria quería que sus fiestas empezaran en paz, sin problemas, sin sobresaltos, pero no fue así. Los que no pensamos como ellos y se nos encoge el corazón cada vez que hay un asesinato, el domingo sufrimos; nos estropearon el día, y más cuando unas horas después morían una niña y un hombre a manos de esos que dicen 'luchar por el pueblo vasco'.
Que la poca alegría que bajó del cielo vaya hasta Alicante para que sepan que somos muchísimos los vascos que estamos con ellos.
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