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'El encierro se convirtió en un campo de refugiados'

Tereixa Constenla

Pregunta. ¿Quién decide pedir el desalojo?

Respuesta. Lógicamente, la decisión fue mía. La tomé el miércoles al mediodía, después de un altercado entre un grupo con trabajadores, porque vimos que la situación no iba a cambiar y por las amenazas de ocupar otros pabellones. La situación se había deteriorado y había amenazas serias a la vida de enfermos y a la libertad personal. Un grupo interno, que denunciamos ante el juzgado, que estaba financiado y apoyado desde fuera, impedía una solución.

P. ¿Se arrepiente de no pedir la intervención policial el día que llegaron?

R. No. Las mismas condiciones que determinaron que no pidiera el desalojo entonces son las que determinaron la petición de ahora porque había amenazas a libertades personales. También lo hice para defender los intereses de la Universidad y para que se ejecutaran las obras.

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R. Lo seguían haciendo algunos de la red de apoyo desde fuera. Es importante que la Universidad haya puesto en conocimiento del fiscal por posibles delitos contra los trabajadores inmigrantes algunas actuaciones de los organizadores.

P. ¿Cree que la red de apoyo no estaba interesada en la regularización?

R. Para ellos era una batalla política con desprecio absoluto hacia los derechos humanos de los inmigrantes. Esa gente tiene que rendir cuentas por la barbaridad que han hecho con la vida de muchas personas mientras ellos vivían maravillosamente. Lo más duro ha sido comprobar cómo pueden manipular a gente que viene porque se muere de hambre en su país. Los inmigrantes van a pagar por la insensatez e irresponsabilidad de esa gente.

P. ¿Le preocupa quedar como la 'mala'?

R. Me preocupa el daño que se le hizo a la universidad acusándola de haber auspiciado el encierro. Nunca íbamos a participar en una maniobra que utilizara a los inmigrantes y tampoco estamos para actuar en política, sino para crear pensamiento. Espero que la sociedad entienda que hemos colaborado en la búsqueda de soluciones. Unos 200 inmigrantes están tramitando sus expedientes.

P. ¿Había encerrados de última hora?

R. Teníamos constancia de que estaban entrando nuevos inmigrantes en lo que ya había dejado de ser un encierro para convertirse en un campo de refugiados. Algunas ONG nos confirmaron que se incitaba a la gente a venir. El encierro ya no era tal, entraban y salían libremente y ya no planteaban una reivindicación.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Lisboa desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera en Andalucía. Es autora del libro 'Cuaderno de urgencias'.

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