_
_
_
_
Entrevista:PAURIDES GONZÁLEZ VIDAL | Empresario

'Durante 25 años trabajé en Suráfrica los siete días y las siete noches de la semana'

A los 90 años, Paurides González Vidal (Elda, 26 de mayo de 1911) aún trota por la arena de la playa y nada algunas mañanas en el mar. 'No todo lo que quisiera, porque sufrí un enfisema pulmonar hace 20 años y me canso enseguida', afirma este alicantino, cuya vida es fascinante. Tanto, que ha encargado su biografía a una agencia de comunicación especializada en este tipo de trabajos. Paurides, ex militar republicano, se marchó de España huyendo de los nacionales tras la guerra civil. Llegó a Suráfrica como polizón en un buque que zarpó del puerto de Alicante; en el país africano se convirtió con los años en uno de los asesores de empresas más prestigiosos del país. Después tuvo su propio negocio. Hace 20 años regresó a Alicante con su esposa, que murió en 2001.

Antes primaba el respeto por los demás, ahora la chavalería no te deja dormir

P. Usted tiene un nombre poco común.

R. A mi padre le gustaban los nombres raros. A otro hermano le puso Orestes.

P. ¿Cómo fue su infancia en Elda?

R. Muy feliz. En Elda nos conocíamos todos, nadie le cerraba las puertas a nadie. La vida era muy sencilla, primaba el respeto por los demás. No como ahora, que la chavalería no te deja dormir, con las discotecas abiertas hasta las tantas de la noche, los críos gritando por ahí...

Cuando volví del servicio militar aprobé una oposición para el Ayuntamiento. Entonces se hacían las cosas bien: nadie entraba a dedo. Durante la adolescencia, antes de que estallara la guerra civil, coqueteé con el anarquismo. Elda era entonces un centro importante de anarquistas. Después me di cuenta de que los procedimientos que empleaban no eran los más adecuados.

P. ¿Qué recuerda de la guerra?

R. Todo calamidades. Cuando un obús le vuela la cabeza al que tienes al lado..., ¿qué le voy a decir? Hambre, miedo, heridas. En el bando republicano todo era improvisado.

P. Usted llegó a Suráfrica huyendo de la presión de los nacionales tras la guerra, ¿cómo se las apañó al principio en un país desconocido?

R. Yo creía que el barco iba a Uruguay, pero después de dos semanas escondido atracamos en Suráfrica. Realmente no sabía ni dónde estaba. Sin pasaporte, sin dinero, sin conocer el idioma... Fui preguntando por los bares si alguien hablaba español, y al final encontré a un griego que chapurreaba algo de castellano. El griego tenía un bar, y allí me dediqué a limpiar mesas, sillas, el suelo, los retretes. Este hombre me puso en contacto con el señor Britos, un español que había tenido ya cinco hijos en Suráfrica. Tenía una panadería en Port Elisabeth; me alojó en su casa y me dio trabajo en la panadería.

P. ¿Cómo llegó a ser uno de los más reputados ejecutivos de Suráfrica?

R. Trabajaba durante todo el día en la panadería, y por las noches estudiaba inglés con un diccionario. También practicaba con los niños. En cuanto aprendí algo de inglés comencé a estudiar economía y administración de empresas. Los primeros cursos los hice por correspondencia, tras ganar una beca. Pero enseguida me di cuenta de que necesitaba algo más y continué estudiando. Trabajé y estudié durante 25 años, los siete días y las siete noches de la semana. Gestión de empresas, contabilidad, administración... Dejé la panadería y me coloqué en una oficina de gestores. A partir de entonces me dediqué a hacer informes para industrias. Más tarde, con los conocimientos que tenía, decidí tener mi propio negocio. Compré una fábrica de sombreros en quiebra y la refloté.

P. Hasta que la vendió.

R. Cuando hace 20 años me diagnosticaron un enfisema pulmonar dije: 'que me quiten lo bailao'. Y me dediqué a viajar con mi esposa por todo el mundo. Durante años viajamos por todos los continentes: recorrimos toda Rusia, llegamos al Polo Norte... En Indonesia cogí el cólera y estuve siete días en cuidados intensivos.

P. ¿Cómo vivió usted el apartheid?

R. Es un asunto muy delicado. Hay inmigrantes de diferentes nacionalidades que se han esforzado y han salido adelante. Y otros que no. Por ejemplo, los indios son trabajadores e inteligentes. En Durban, una importante ciudad de Suráfrica, llegaron muchos indios para desarrollar la agricultura. Ahora Durban es una ciudad fantástica; los indios hicieron una gran labor. Lo que está claro es que quien quiere progresar tiene que esforzarse, y en muchos casos no ha habido disposición.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_