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Patriotismo y religión en Estados Unidos

La palabra 'Dios' no figura en la Constitución de Estados Unidos, un documento que erige, si no un muro, sí al menos una valla entre Iglesia y Estado. La expresión 'In God We Trust' comenzó a aparecer en las monedas estadounidenses en el siglo XIX, pero a comienzos del XX, el presidente Theodore Roosevelt, tras encargar al escultor Augustus Saint-Gaudens que diseñase nuevas monedas, se sintió aliviado al descubrir que ninguna ley obligaba a incluirla en ellas.

'Como la costumbre, aunque sin respaldo legal, había arraigado', escribió Roosevelt a un clérigo consternado por la perspectiva de tener unas monedas impías, 'podría haberme considerado libre de mantener la inscripción si hubiese aprobado que figurase en las monedas. Pero como no lo aprobaba, no pedí directamente que la volvieran a poner'.

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Roosevelt expresaba su 'muy firme convicción de que incluir dicho lema en las monedas no sólo no es bueno, sino que resulta claramente perjudicial'. Su objeción al In God We Trust no era constitucional, sino estética. Consideraba que el lema rebajaba y trivializaba la confianza en Dios que supuestamente debía fomentar. 'En toda mi vida no he oído a ningún ser humano hablar con reverencia de este lema que aparece en las monedas ni mostrar la más mínima señal de que le haya provocado algún sentimiento elevado', escribió. Y añadió: 'La existencia de este lema en las monedas era una constante fuente de chanzas y burlas'.

El Congreso, que estaba entonces tan apegado como ahora a la religiosidad, desautorizó a Roosevelt y convirtió el lema en obligatorio. Una cuestión similar se produce ahora con la sentencia de la Sala Novena del Tribunal de Apelación de Estados Unidos, por la que se establece que la inserción de los términos 'under God' en el juramento de fidelidad a la bandera es inconstitucional.

El juramento de fidelidad lo escribió en 1892 Francis Bellamy, un antiguo ministro baptista, como parte de los festejos del 400º aniversario de lo que nuestros políticamente incorrectos antepasados denominaban 'descubrimiento' de América por parte de Colón. Bellamy era un socialista cristiano entregado al ideal de establecer una comunidad cooperativa. La impopular crítica socialista al capitalismo que realizó desde el púlpito le obligó a dimitir de su ministerio. Poco después entró a trabajar en The Youth's Companion, en aquel momento una conocida revista para niños que publicó el juramento de fidelidad de Bellamy el 8 de septiembre de 1892.

Poco antes de fallecer, Francis Bellamy dijo en el Día de la Bandera de 1931 que el juramento había nacido 'por mi amor a la bandera y al noble americanismo que ésta representa'. Se han realizado dos modificaciones en el texto de Bellamy. En 1924, 'mi bandera' se convirtió en 'la bandera de los Estados Unidos de América'. Y en 1954, el Congreso cambió 'una nación indivisible' por 'una nación bajo el mandato de Dios, indivisible'.

Este segundo cambio se produjo para resaltar el antagonismo entre los creyentes estadounidenses y los ateos comunistas, aunque en la época de Joe McCarthy no parece que hiciera falta reforzar ese antagonismo. 'De ahora en adelante', declaró el presidente Eisenhower al firmar la ley, 'millones de nuestros niños proclamarán diariamente la dedicación de nuestra nación y de nuestro pueblo a Dios Todopoderoso'. La objeción presentada por Theodore Roosevelt de que esto desvalorizaba los votos religiosos se había olvidado hacía tiempo (Eisenhower también afirmó que 'nuestro Gobierno no tiene sentido si no está basado en una profunda creencia religiosa; y me da igual la que sea').

Según la nieta de Francis Bellamy, Barbara Bellamy Wright, su abuelo 'se habría opuesto firmemente a este cambio, porque modificaba el significado fundamental. Consideraba que 'una nación indivisible' transmitía el significado profundo de que, tras la Guerra de Secesión, nuestra nación no se podía dividir'. El añadido de 'bajo el mandato de Dios', afirmó Barbara, 'alteró el significado original del juramento, además de estropear su cadencia rítmica'.

Pero se ha levantado un clamor histérico contra la sentencia de la Sala Novena exigiendo que el juramento recupere el texto original, un texto que los estadounidenses consideraron bastante satisfactorio durante casi dos tercios de siglo. Al identificar el patriotismo con la religión, añadir 'bajo el mandato de Dios' excluye a los agnósticos y a los ateos, así como a todos aquellos que creen en una deidad o deidades diferentes del Dios cristiano.

Y dicho añadido tampoco pasa la prueba de Theodore Roosevelt de fomentar la reverencia y sugerir sentimientos elevados. Es indudable que todos los bribones del mundo empresarial han recitado el juramento sin que por ello mejorase su conducta.

En cuanto a la Constitución, hace más de medio siglo el Tribunal Supremo, en la causa de la Junta de Educación del Estado de Virginia contra Barnette, declaró inconstitucional que la ley exigiese a los niños saludar a la bandera y recitar el juramento de fidelidad. 'Si hay una estrella fija en nuestra constelación constitucional', declaró de forma memorable el juez Robert H. Jackson ante el Tribunal, 'es que ningún político, de alto o bajo rango, puede determinar qué es ortodoxo en política, nacionalismo, religión u otras cuestiones de opinión'.

El Tribunal dictó su sentencia contra la obligatoriedad de jurar fidelidad y saludar a la enseña el Día de la Bandera en 1943, cuando jóvenes estadounidenses luchaban y morían por esa bandera en todo el planeta. Por aquel entonces, el pueblo estadounidense, lejos de criticar al Tribunal, aplaudió la sentencia al considerarla una buena afirmación de por qué estábamos luchando. ¿Estamos retrocediendo hoy en día? Quizá el siguiente paso de aquellos que identifican el patriotismo con la religión sea intentar modificar la propia Constitución para mencionar en ella a Dios.

Arthur Schlesinger Jr. es autor de A Life in the 20th Century.

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