Misión cumplida
La Confederación Europea del Carbón y el Acero expira hoy, a sus 50 años, tras lograr la convivencia entre países enfrentados
El Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) expira hoy, medio siglo después de haber marcado el inicio de un proyecto histórico que ha aportado la paz y la unidad al Viejo Continente. Seis países que durante décadas se habían hecho la guerra -Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Holanda- rompían con sus divisiones y fundían sus intereses para crear una potente unidad de producción industrial, renunciando a una parcela de su soberanía nacional en beneficio de un bien común con la visión de ir hacia una comunidad económica más amplia y profunda, donde la guerra sea materialmente imposible.
Cincuenta años de vida fue lo previsto por los padres fundadores, tiempo suficiente para tener encarrilada la unificación pacífica de una Europa próspera. Hoy cumple sus bodas de oro y hoy también expira, aunque dejando un legado trascendental. El origen del Tratado CECA se remonta a la declaración del ministro de Exteriores francés, Robert Schuman, preparado con Jean Monett, en el que invitaba a Alemania a superar las diferencias que les habían enfrentado en el pasado como condición indispensable para la 'agrupación' de las naciones europeas.
'La CECA fue el primer gran peldaño hacia la construcción de la UE', dice Solana
Y para empezar con este proceso de unificación, Schuman propuso poner en común los recursos de carbón y acero del Ruhr, el Sarre y las cuencas francesas, sometiéndolos al control de una Alta Autoridad de carácter supranacional. El carbón sería visto como fuente de energía y el acero como material de reconstrucción, y ya no como las materias primas indispensables para fabricar las armas de la que Europa había sido la primera víctima. 'La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan', dijo.
Esta 'solidaridad', según Schuman, haría impensable y materialmente imposible cualquier guerra entre Francia y Alemania. En París, el 18 de abril de 1951, esos dos países, junto a Bélgica, Italia, Luxemburgo y Holanda, firmaban el Tratado CECA. 'Por primera vez un grupo de países europeos renunciaba a una parcela de su soberanía nacional en beneficio de un bien común', afirma el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi. La influencia del Tratado CECA ha sido preponderante en la evolución económica y política de Europa, por su alcance innovador y por su visión a largo plazo.
'La CECA, sin ninguna duda, ha sido una contribución mayor a la paz, la estabilidad, la prosperidad y la solidaridad en Europa', según el secretario general del Consejo de la UE, Javier Solana, quien lo considera como 'el primer gran peldaño' hacia la construcción de la UE en la que hoy viven 376 millones de personas y que está a las puertas de ampliarse a 10 nuevos países. Para Solana, su expiración se trata de 'un paso lógico' porque el proyecto europeo 'no se basa en consideraciones sectoriales: es un proyecto más global'.
Para la vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Energía, Loyola de Palacio, el Tratado constitutivo de la CECA es un 'referente esencial' en las reflexiones sobre el futuro político e institucional de la UE. 'Volver la vista atrás nos permite contemplar con orgullo el largo camino recorrido desde entonces y comprender la filosofía clarividente y prometedora de futuro de este proyecto común que debe animarnos todavía hoy con el mismo fervor de Jean Monnet', añade la comisaria.
En el plano económico, la CECA permitió un desarrollo equilibrado de la producción y de la distribución de los recursos en una coyuntura muy delicada que hubiera podido sumir a Europa en una peligrosa recesión. Los dos sectores estuvieron sometidos a una fuerte reconversión durante las décadas de los setenta y ochenta, con un impacto social muy elevado. La industria del acero ocupaba a cerca de 775.000 millones de trabajadores en 1953. Con la reestructuración se perdieron medio millón de empleos. Cuando entró en vigor el Tratado, trabajaban en el sector del carbón 1,86 millones de personas. A final de 2001, apenas superaba los 80.000 empleados. Sin embargo, la CECA contaba con un régimen de ayuda para apoyar financieramente a los trabajadores golpeados por la reestructuración. Se calcula que 1,7 millones de empleados se beneficiaron de este sistema y ha permitido estabilizar la situación social en las regiones más afectadas por el cambio.
La industria siderúrgica europea producía un año después de entrar en vigor el Tratado CECA 39 millones de toneladas de acero y 485 millones de toneladas de carbón. La reestructuración de los dos sectores ha seguido caminos diferentes. Con las nuevas tecnologías, hoy se producen en Europa 159 millones de acero, en su mayoría productos de alta calidad, y se puede decir que el sector siderúrgico goza de buena salud. En la industria del carbón la producción se ha reducido hasta los 83 millones de toneladas.
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