Agridulces y amargos, la pasión por los contrastes
KUBITA KAIA, mezcla de opuestos en el local del joven 'chef' vizcaíno Álvaro Martínez
Alvaro Martínez, joven cocinero vizcaíno, camina con paso firme en su carrera hacia el estrellato. En su agradable restaurante-cafetería intenta seducir a su clientela con platos aparentemente sencillos que esconden una complejidad estudiada. Recetas de autor refinadas, en las que se aprecia claridad de ideas, dominio de la técnica y un innegable sentido de las armonías. Cocina apátrida, global, de fusión y mediterránea moderna, que incorpora las últimas tendencias, emplea productos de cualquier lugar y da la espalda a los sabores convencionales, empezando por los de su propia tierra.
Aunque no lo parezca, Martínez trabaja al filo de la catástrofe. Mezcla lo dulce y lo salado con desparpajo; juega con texturas crujientes y suaves; abusa de los matices agridulces y amargos, y se atreve a ligar pescados y mariscos con productos lácteos. Si sale airoso de tantos desafíos es por su milimétrico control de los puntos de cocción, por la finura de sus jugos/salsas y por el equilibrio de los aderezos.
KUBITA KAIA
7,5. Muelle de Arriluce, 10-11. Puerto deportivo de Getxo. Getxo (Vizcaya). Teléfono: 944 60 01 03. Cierra domingos noche y lunes. Precio: entre 40 y 50 euros. Menú degustación: 39,10 euros. Cigalas fritas en compota de idiazábal, 17,40. Bacalao en sopa de arroz y espinacas, 16,90. Costillar de cordero con zanahorias glaseadas, 16,30. Leche quemada con flan de cacao y crema helada de vainilla, 5,90. Pan ... 5 Café ... 4 Bodega ... 7 Ambiente ... 6,5 Servicio ... 7 Aseos ... 6,5
Única concesión ibérica
En su sabroso bacalao desmigado con pimentón y yema realiza la única concesión a los sabores ibéricos. Mucho más atrevidas resultan sus vieiras sobre tropezones de coco crujientes, cuyo dulzor se contrarresta con el amargor de unos cogollos de lechuga asados. El doble salto mortal llega de la mano de unas extrañas aunque soportables cocochas de merluza, también de gusto dulce, que se acompañan de un praliné de piñones. Y el triple, con unas agradables cigalitas fritas sobre crema líquida de queso idiazábal, por supuesto dulce, que se refuerzan con el vinagre agridulce de Módena. Diríase un plato chino, que termina por saturar al comensal de sabores edulcorados. ¿Cómo es posible que un profesional de la talla de Martínez abuse así del azúcar y caiga en la tentación de seguir una moda tan efímera? Contumacia golosa que se repite en el magnífico costillar de cordero con zanahorias y semillas de amapolas, revestido de una cobertura dulzona. Afortunadamente, no todas sus creaciones adolecen de semejante vicio. Es finísimo el bacalao confitado sobre una sopa de arroz; chocante pero gustoso el bogavante asado sobre un jugo amargo de té, y correcta la crema templada de patata con bogavante y pulpo. Tampoco es lógico que, en un lugar de alta cocina, el pan y el café, bastante mediocres, estén tan descuidados.
UN MENÚ DEGUSTACIÓN REDONDO
Desde el comedor de este restaurante se disfruta de amplias panorámicas del puerto deportivo de Getxo. Se trata de un lugar muy agradable, aunque excesivamente ruidoso, en el que resulta difícil mantener conversaciones sosegadas. Una de las mejores opciones para disfrutar de esta casa es inclinarse por el menú degustación, absolutamente redondo. Por 39,10 euros (IVA aparte), el cliente tiene derecho a cinco medias raciones y dos postres ilustrados. Platos tan sugerentes como foie-gras en escabeche; huevo escalfado con espárragos trigueros; vieiras salteadas con coco al aceite de sésamo; bacalao en sopa de arroz y espinacas; costillar de cordero con zanahorias, y dos postres de la carta. Es muy difícil encontrar un menú tan atractivo por un precio semejante. Donde Álvaro Martínez triunfa sin paliativos es en el apartado goloso, con el que ratifica sus buenas maneras. Deliciosa su composición de frutos rojos con queso mascarpone y helado de yogur, y magnífica la sopa de leche quemada con flan de cacao y caramelo de chocolate. Otros postres de la carta son la galleta de naranja con crema de queso, y la compota de piña con sorbete de coco y praliné de avellanas. Tampoco desmerece su bodega, en la que se agrupan vinos singulares de la mayoría de las zonas vinícolas españolas. Vinos seleccionados con criterio, a los que se suman algunos otros de Chile, Francia, Australia, Portugal e Italia. Particular interés revisten los vinos dulces, que se venden por copas para acompañar los postres.
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