Calma en Tetuán
Un centenar de manifestantes bien organizados acudieron a mediodía de ayer a la puerta del consulado español en Tetuán, como habían hecho el día anterior, para mostrar su rechazo por la toma de la isla Perejil. Portaban media docena de pancartas, del mismo formato y caligrafía, en las que se tachaba a los españoles de 'racistas, colonialistas y terroristas' y se preguntaba por qué 'Gibraltar sí y Ceuta y Melilla no'. También profirieron gritos de 'Ceuta, Melilla y Leila son magrebíes' (en árabe) y 'el pueblo unido jamás será vencido' (en castellano).
Esta demostración de protesta de escasa concurrencia, en la antigua capital del protectorado español, que ahora tiene más de 600.000 habitantes, es una muestra de la calma con la que se vive el acontecimiento a este lado de la frontera.
En el palacio del gobernador de Tetuán, Mohamed Rharrabi, que a primera hora de la tarde de ayer estaba reunido con su junta de seguridad, un miembro de su gabinete responde con irritación la pregunta sobre el desentendimiento que se observa en la gente: 'No estamos locos, hay que controlarse, pero no nos gusta que nos pisen', advirtió.
Situada a 40 kilómetros al sur de Ceuta, Tetuán conserva muchos símbolos del Protectorado español. Los taxistas siguen llamando Primo (de Rivera) a la plaza Muley el Mehdi, donde se encuentra el consulado español, en el que ayer había amplias colas para pedir visados de entrada en España. Aquí se tramitan unos 14.000 anuales de los que se conceden unos 8.000, precisa el cónsul Antonio Navarro. El Instituto Cervantes tiene unos 1.300 alumnos al año. Marruecos es el único país del mundo en donde el Cervantes tiene cinco sedes (Rabat, Casablanca, Fez, Tanger y Tetuán), según su director local, Miguel Spotorno.
Sin visado
El crecimiento espectacular de esta ciudad en los últimos años se debe, entre otras cosas, a que sus residentes no necesitan visado para entrar en Ceuta. 'Hay muchísima gente de fuera', cuenta un tetuanés del negocio turístico. El comercio con Ceuta, o el simple contrabando, mantiene a pueblos enteros, que no tienen otro medio de vida, como Fnideq, la antigua Castillejo de los españoles, a cuatro kilómetros de la ciudad autónoma. Jalal, de 28 años, que trabaja en Bélgica, explica que sus amigos que se dedican al comercio con España llevan dos días con problemas para desplazarse.
Ayer tarde, sin embargo, Rabat levantó las restricciones y empezó a recuperarse la normalidad en la frontera, para la entrada de mercancías desde Marruecos. Éste ha sido el síntoma más destacable, en la vida corriente de los marroquíes de la zona, de que algo anormal está pasando.
En Ceuta se vive un escenerio similar. Los comerciantes de la ciudad autónoma esperan que la situación de la isla se pueda resolver 'cuanto antes' para que el concflicto no afecte a las ventas y a la relación comercial que mantienen con el país marroquí.
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