La presión de los accionistas fuerza la salida del presidente de Deutsche Telekom
Helmut Shiler, miembro del consejo de vigilancia, sustituye a Ron Sommer por seis meses
Una semana de especulaciones se terminó ayer en Bonn con la dimisión de Ron Sommer, presidente desde hace siete años de Deutsche Telekom, la mayor empresa de telecomunicaciones de Europa, en la que el Estado alemán tiene el 43%. 'Cuando la confianza no es completa, no hay otra solución que dimitir', dijo Sommer. Y añadió que, dados los comentarios y críticas recibidas en las últimas semanas, se marchaba en interés de la empresa. El presidente del consejo, Hans-Dietrich Winkhaus, anunció una hora más tarde la decisión para solucionar el vacío: Helmut Sihler, de 72 años, miembro del consejo, asume el cargo por seis meses.
Helmut Sihler se encargará durante los próximos seis meses de buscar un sucesor para Sommer. 'No se puede decidir de un día para otro quién se hace cargo de una empresa como Telekom', dijo Sihler para explicar su nueva tarea. Gerd Tenzer, el nombre que más sonaba en las quinielas para sustituir a Sommer en los últimos días, se tiene que conformar con la vicepresidencia.
Ron Sommer lo anunció ayer a las seis de la tarde con gesto derrotado: 'Me voy'. La falta de confianza en su gestión y el deseo de no causar mayores daños a la compañía fueron las dos razones ofrecidas para explicar su retirada. Pero en su gestión queda una caída de los resultados (3.500 millones de euros en 2001; 1.808 millones, el primer trimestre de etse año y una previsión de 6.700 millones para todo el 2002), un retroceso del 90% en la bolsa en los dos ultimos años y una deuda astronómica de más de 67.200 millones de euros como consecuencia de los desorbitada política de adquisiciones, como VoiceStream, y la compra de licencias de UMTS.
El consejo de administración de Telekom se había reunido a las tres de la tarde en medio de mil especulaciones. La información de Telekom, sin embargo, era escasa cuando se le preguntaba por los contenidos de la sesión especial del consejo de administración en Bonn: 'Se tratarán cuestiones de personal y de la situación actual de la empresa'. Las bolsas lo vivían con dramatismo: el precio de las acciones de Telekom habían caído el lunes un 13%; ayer ganó un 6,1%. La reunión comenzó a la hora prevista. Tres horas después, se había acabado el caso Sommer: 'Con mi dimisión espero que se terminen gran parte de las especulaciones'.
Las discusiones sobre si Ron Sommer permanecía en el cargo o no ocuparon durante días las conversaciones, los periódicos y tabloides, horas y horas de programas de televisión, de chistes y viñetas sobre el desastre de Telekom... No en vano el asunto afecta a muchos grandes accionistas, a tres millones no tan grandes, y a los 257.000 trabajadores de la compañía más importante de telecomunicaciones de Europa. ¿A quién no le interesa saber si el jefe se va o no, o cómo se llama el nuevo? Todos atentos ante el espectáculo repentino en el mundo de las telecomunicaciones.
El 9 de julio comenzaron los rumores: el canciller Schröder le retiraba el apoyo y quería sustituir a Sommer antes de las elecciones generales. El 8 de julio comenzó el carrusel de candidatos: ¿Ferdinand Piëch, jefe de Volkswagen; Klaus Mangold, de DaimlerChrysler; Gerhard Cromme, de ThyssenKrupp...? Y ahí estaba de nuevo el nombre del director técnico de Telekom, Gerd Tenzer, de 59 años, que contaba con el apoyo del Gobierno (es miembro del SPD) y de la patronal. E incluso se especuló con una presidencia doble con Tenzer y Karl Gerhard Eik, director de finanzas. Pero los expertos juraban que Sommer se negaba a dimitir. Un total de 18.000 trabajadores habían firmado el viernes una carta pública pidiendo que la política no se inmiscuyera en asuntos internos: 'Se está haciendo campaña electoral con este tema'.
Mayoría pública
El Estado alemán es propietario del 43%, y los políticos, de uno y otro bando, campan a sus anchas por la empresa. 'Los jefes de la Deutsche Post y los ferrocarriles alemanes tendrían mucho que decir también sobre este asunto', aseguraban. El ex presidente de los industriales alemanes, Hans Olaf Henkel se quejaba: '¿Quién tiene realmente la palabra en las empresas alemanas, los políticos o los consejos?' John Stanton, jefe de la americana VoiceStream, decía: 'Los inversores en EE UU han perdido la confianza'.
Los 20 miembros del consejo (18 hombres y dos mujeres; 10 de la patronal, 10 de los trabajadores) se encontraban divididos. Se necesitaban 14 votos (una mayoría de dos tercios) para echar a Sommer. Pero no hizo falta. Él se despidió, agradeciendo la ayuda. Centenares de trabajadores se habían concentrado delante de la sede en Bonn para apoyarle. Winkhaus aseguró para acabar con los comentarios sobre su supuesta debilidad ante la intromisión de políticos y grandes accionistas: 'No ha existido ninguna presión de nadie ni sobre Sommer ni sobre mí mismo. Sommer ha dejado el puesto por voluntad propia. Y yo jamás me he sentido presionado por nadie'.
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