Un punto de encuentro entre los artistas y su público
El Baltic Center cierra el triángulo de instituciones artísticas famosas, a primera vista, por sus impresionantes edificios. Los británicos lo han apodado la Tate del Norte y trazan paralelismos entre la regeneración de la ría de Bilbao y la nueva imagen de New Castle y la menos conocida Gateshead. 'Entiendo que nos comparen con el Guggenheim de Bilbao o la Tate Modern de Londres porque las tres instituciones seguimos el mismo sendero del arte contemporáneo, pero ni competimos ni tenemos los mismos objetivos', afirma el director del centro, Sune Nordgren.
'El Guggenheim es una forma de imperialismo cultural', critica Nordgren, 'un edificio fantástico que atrae a los turistas, pero dudo que afecte en lo más mínimo a los artistas locales. Nuestro centro actúa como foco de encuentro entre artistas y el público. Partimos del germen y tejido creativo autóctonos y lo construimos sobre los cimientos de la herencia industrial. Es un espacio artístico abierto a las influencias'.
'Ser una atracción turística no es nuestra labor', dice. 'Y el edificio, por muy fantástico que sea, no es suficiente para mantener viva la curiosidad del público. Debemos ofrecerle experiencias excelentes de una forma regular y fomentar el contacto entre el artista y la audiencia'.
Unos dos millones de personas se mueven habitualmente por la región donde se asientan el Baltic y el futuro centro musical diseñado por Norman Foster. Sune Nordgren estima en unos 250.000 el número de visitantes que se acercarán a la factoría de arte. 'Soy realista y sé que el groso de la audiencia será regional'.
Babelia
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