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Crítica:'La edad de hielo' | ESTRENOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El gozoso calor de hielo

El equipo creativo de Estudios Blue Sky se ha soltado en La edad de hielo la melena de una inventiva exacta, pero desbordada, vivísima, pero domeñada por un oficio exquisito en la construcción del cuento. Esta perfección en la estructura, indicio de un trabajo de guión inteligente y hecho con lupa y extrema delicadeza, permite a los autores de esta nueva joya del cine de animación hacer milagros de gradualidad en el despliegue del precioso relato, en la composición de las secuencias de acción y en los ingeniosos y abundantes gags, que (como el de la ardilla y el coco) conforman choques de gracia visual que parecen arrancados de la veta intacta de la gran comedia loca del Hollywood mudo.

LA EDAD DE HIELO

Dirección: Chris Wedge y Carlos Saldanha. Guión: Michael Wilson, Michael Berg, Peter Ackerman. Montaje: John Carnochan. Música: David Newman. Estados Unidos, 2002. Género: animación. Duración: 90 minutos.

Es esta gozosa miniatura aventurera un exacto relato itinerante, una aventura de camino, de rastreo y éxodo, de gran pureza, en la que confluyen y se complementan hasta conformar un engranaje de relojería, un recio, solitario y sentimental personaje Mamut, un sinuoso y astuto Tigre, un loco, despistado y bondadoso Perezoso, una tenaz e infatigable Ardilla y un Bebé humano de arrolladora simpatía, todos ellos metidos en una sorprendente y deliciosa traslación a lo largo de una lengua de tierra helada en la remota edad de la glaciación. Un juego en el que cada monigote es un hallazgo de gracia y de expresividad.

La llegada al grupo emigrante de la ardilla es un hallazgo cómico y fílmico, como lo son el fascinante paseo por las tripas del glaciar, en las que surgen imágenes de un extraordinario ingenio escenográfico, como las del tobogán y las de la cueva de pinturas rupestres, entre otros muchos brincos de alegría y de sorpresa que hay en esta película, hecha a la medida de niños de cualquier edad y de colgados de la irrenunciable inocencia primordial del cine.

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