Hola, soy Aznar
Ring, ring.
-Dígame.
-¿Birulés?
-Al aparato.
-Hola, soy Él. Estás despedida. No te preocupes, ya te buscaré algo por ahí. Mantén la calma y no saques los pies del tiesto. Adiós.
Ring, ring, ring, ring.
-¿Aparicio? ¿Lucas? ¿Posada? ¿Villalobos? ¿Cabanillas? Vosotros también estáis despedidos. Id vaciando las carteras.
-¡¡¡A la orden!!!
-Vale, asunto arreglado. Y, ahora, a ver cómo hago con lo de Madrid, menudo marrón. Lo demás es fácil, es como deshacer un nudo y hacer otro: a siete me los quedo, liquido a seis y de los siete que me quedo, en febrero me cargo a otros tres; luego, a éste lo cambio de Justicia a Interior; a éste, de Exteriores a Ciencia y Tecnología y al otro le quito Interior y le doy Administraciones Públicas; a éstas dos les pongo en Asuntos Exteriores y Sanidad; al de Administraciones Públicas le quito lo de portavoz y se lo pongo al que le he quitado Interior, y al último le quito Valencia y le doy Trabajo. Buenos chicos, saben quién manda y sirven para todo, fíjate en éste, por ejemplo, menuda polivalencia: vicepresidente, portavoz del Gobierno, ministro de Administraciones Públicas, de Educación, Cultura y Deportes, del Interior y ahora de la Presidencia. ¿No será demasiado? No lo creo, pero ya veremos.
-Ahora, lo de Madrid. A ver, de entrada, a Manzano me lo cargo, ni mayorías absolutas ni gaitas. Igual luego le doy el Senado, ya veré, pero de momento, a la calle. Contraprogramación, como en las teles, eso es lo que hace falta aquí, con-tra-pro-gra-ma-ción ¡y a correr! Ya le voy a dar yo encuestas a Zapatero, ya le voy a dar Trinidad Jiménez. ¡Ahí va, lo que se te ha ocurrido! ¡Qué bárbaro, si es una jugada maestra, pero qué grande eres! Conque Trinidad Jiménez, ¿eh? Qué bien, y nosotros con Esperancita Aguirre, ¿no? Pues ésta si que no se la esperan: ¡Les voy a meter a Ruiz-Gallardón! ¿No es perfecto? Éste gana al que se le ponga por delante y, además, me lo cargo, lo degrado de presidente a alcalde. ¿No querías sucesión? ¡Toma sucesión! Perfecto, je, je, je. Y Esperanza para lo otro. ¿Podrá Esperanza ganar al tal Simancas? Y a mí qué, eso va a ser el Villarreal-Huelva de las elecciones.
Ring, ring.
-¿Diga? ¿Quién es?
-Hola, ¿eres tú, Mercedes? Soy Él.
-Mercedes de la Merced al aparato, ¡para servirte!
-Sí, sí, bueno. Oye, mira, ¿te acuerdas de cuando hice algunas remodelaciones en el Gobierno y tú esperabas algo y no te cayó nada y te sentiste muy decepcionada y yo te dije que no debías preocuparte, que ya llegaría tu momento?
-¡Sí, sí, me acuerdo!
-¿Y que te dije que continuaras haciendo tu trabajo como hasta entonces, que confiaras en mí y que siguieses teniendo paciencia?
-¡Sí, sí, presidente! ¡Sí, sí!
-Pues sigue esperando, que ahora tampoco te va a caer nada. A ver si en febrero hay suertecilla, mujer. Hala, ánimo y adiós. Igual un día de éstos te cae Televisión Española.
-¿En febrero? Pero..., pero si yo... ¡Ha colgado!
-Me encanta hacer eso, je, je, je: acrecienta la leyenda. Bueno, pues entonces, asunto arreglado, los muevo a todos y aquí no se mueve ni Dios. Los ministerios están llenos, nadie se siente a salvo, Madrid será otra vez nuestra y a los otros les comemos la moral. Y, después de las municipales, más madera. Como las cosas se pongan chungas, a Fidalgo lo hago ministro de Fomento, a Méndez ministro de Hacienda y a Montoro y Álvarez Cascos les pongo de secretarios generales de Comisiones Obreras y la UGT.
Ring, ring.
-Dígame.
-¿Florentino?
-Sí, al teléfono.
-¿Cómo va lo de Ronaldo? ¿Que el Inter no lo vende? ¿No va a venir al Madrid? Espera, dame cinco minutos, voy a hacer una gestión personal. ¡Se va a enterar el Inter de Milán!
Ring, ring.
-Hola, soy yo, José María, desde España. ¿Se puede poner Berlusconi?
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