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Fischler propone un nuevo diseño de ayudas que revoluciona la política agraria común

Francia se opone y teme que la medida suponga el fin de este tipo de subvenciones

Gabriela Cañas

El responsable europeo de Agricultura, Franz Fischler, cree que es el momento de que la Unión Europea abandone las subvenciones a la producción agrícola y las sustituya por otras, de igual importe, pero referidas a conceptos ecológicos y de calidad. A corto plazo, la batería de medidas que planea Fischler podría beneficiar a España y a Francia y perjudicar a Alemania. Sin embargo, Francia ya ha manifestado su radical oposición y teme que éste sea el principio del fin de las ayudas directas. Fischler pretende además limitar las ayudas a grandes explotaciones.

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Las ayudas directas a la agricultura, que el año pasado ascendieron a 29.000 millones de euros, suponen casi el 30% del presupuesto global de la UE. En principio se instituyeron como una medida de intervención de precios. Después, se vincularon a la producción. Ahora, según propone el comisario de Agricultura y Pesca, la referencia sería la hectárea y el método de producción, pues Bruselas querría condicionar las ayudas a estándares ecológicos y de calidad de los productos (además de tener en cuenta el bienestar animal), lo que se haría en principio con una serie de productos hasta ampliar la medida a la mayoría.

El otro cambio trascendental que propone el comisario es el de limitar las ayudas a las explotaciones grandes. La propuesta concreta es reducir en un 20% (de forma escalonada al ritmo de un 3% anual) las ayudas directas a todas las explotaciones que perciben más de 5.000 euros anuales de subvención comunitaria. Se establece, además, por primera vez, un techo de 300.000 euros de subvención anual por explotación. El dinero que se detraería de este capítulo sería redistribuido en la UE para el desarrollo rural.

La propuesta de Fischler debe ser aún estudiada por el resto de los departamentos de la Comisión Europea y, en principio, su versión final, sujeta a cambios, sería aprobada el próximo miércoles 10 de julio por el colegio de comisarios. Cinco días más tarde llegará al Consejo de Ministros de Agricultura, donde se plantearán las diferentes aproximaciones de los Quince en una reforma que debería ponerse en marcha en 2004.

Con ambos cambios, los servicios de Fischler consideran que legitiman las ayudas agrarias europeas, ya que la UE es criticada a nivel internacional por su política intervencionista a este respecto.

'Desviar el dinero a la llamada caja verde es difícilmente criticable', afirma una fuente de la Comisión Europea. Creen además que abandonar la referencia a la producción evitaría el peligro de los cultivadores de ayudas y los excedentes, pues los agricultores podrían optar libremente por los productos en función de la situación del mercado y no en función de las primas.

Los técnicos opinan que ninguna de estas medidas perjudica seriamente a España a corto plazo. Al contrario. El 84% de las explotaciones españolas son de pequeñas dimensiones, el dinero desviado para desarrollo rural también beneficiaría al campo español, favorecería a España el elemento de cohesión que Fischler pretende introducir y, por último, si la referencia es la hectárea y no la producción, España saldría ganando frente la agricultura intensiva de otros socios comunitarios. Sí le podrían perjudicar capítulos menores, como la reducción del precio de intervención de los cereales y los forrajes desecados, entre otros.

España siguió negándose ayer a ofrecer su opinión oficial, aduciendo que debe someter la propuesta a consideración de las comunidades autónomas. Extraoficialmente, y según ha podido saber este periódico, el Gobierno no estaría muy conforme con la filosofía general por la misma razón por la cual Francia clama ya sin tapujos que esto podría ser el principio del fin de las ayudas directas. 'Desvincular las subvenciones de la producción es exactamente lo contrario de lo que está haciendo Estados Unidos', dice una fuente diplomática francesa. 'Veo muy difícil que podamos aceptar este principio'. 'Esa desvinculación se corresponde con nuestra visión', afirma, por contra, una fuente diplomática alemana.

Alemania es contribuyente neto de la PAC (Política Agrícola Común) y uno de los países que, proporcionalmente, menos ayudas recupera para su propio campo.

Francia es la que más ayudas percibe, seguida por España, el país que, proporcionalmente, más se beneficia del sistema actual de la política agrícola. A Alemania le beneficiaría, en términos económicos, cofinanciar las ayudas, reduciendo el montante de éstas a nivel comunitario, lo que para muchos es el final de la PAC y, por tanto, del eje central de la política comunitaria.

Francia y los candidatos

En Bruselas se cree que Francia podría abanderar la batalla atrayéndose el apoyo de los países candidatos a entrar en la Unión Europea, a los que, en principio, esta reforma tampoco les beneficiaría a largo plazo.

La Comisión Europea sabe que la tormenta se avecina, pero insiste en la bondad de su reforma: 'Esta reforma legitima las ayudas agrícolas porque atiende a una demanda social. La subvención a la producción era ya insostenible. Se trata de convertir lo inevitable en aceptable'.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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