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Sólo 10 de los despedidos por Lear se han recolocado, a pesar de las promesas

Astral, fabricante de piscinas, ofrece 330 empleos en Cervera

Los trabajadores despedidos por el Grupo Lear en la planta de Cervera no lo están teniendo tan fácil como se les prometió para encontrar un nuevo trabajo. Los cerca de 250 empleados que ya han recibido la notificación de su despido han pasado directamente a engrosar la lista del paro y sólo una decena de ellos han encontrado un nuevo trabajo desde que el pasado 20 de mayo se notificaron los primeros despidos. El consejero de Industria, Antoni Subirà, prometió a finales de abril que los 1.280 despedidos de Lear encontrarían una nueva ocupación antes de un mes.

Hace dos semanas que el despertador de Vanesa Caixàs no suena a las cuatro de la madrugada. El pasado 17 de junio fue su último día de trabajo en la planta de Lear en Cervera, que a finales de mayo, tras meses de arduas negociaciones, acordó con los sindicatos el cierre escalonado de esta fábrica, que empleaba a unas 1.280 personas, 928 de las cuales eran fijas. Hasta el momento han sido despedidos más de 250 empleados en distintas tandas, pero muy pocos han vuelto a trabajar.

La multinacional se comprometió a encontrarles un puesto de trabajo en un plazo de seis meses a través de la contratación de una empresa especializada en recolocación de plantillas. También el Gobierno catalán asumió este compromiso al constituir una mesa de reindustrialización para las comarcas afectadas por el cierre de esta planta dedicada a la fabricación de componentes eléctricos para automóviles. El consejero de Industria, Antoni Subirà, dijo el pasado 17 de abril que la crisis de Lear acabaría con 'una salida pactada' y que los trabajadores encontrarían trabajo 'antes de un mes'. Lo primero se ha cumplido; la segunda parte, no.

Lear arguyó pérdidas de 3,5 millones de euros (582 millones de pesetas) en los últimos dos años para justificar el final de la fábrica, mientras que los sindicatos le atribuían unos beneficios de unos 7,8 millones de euros. Los primeros despidos, que afectaron a 98 empleados, se hicieron efectivos el 4 de junio, aunque se notificaron con 15 días de antelación. Vanesa, en cambio, no tuvo tiempo de asimilarlo. Aunque lo esperaba, la noticia le llegó 'de un día para otro'. Al acabar su turno el lunes de la semana pasada, el jefe de personal la hizo llamar a su oficina. 'Supe que era mi hora', cuenta esta chica de Balaguer. A punto de cumplir 22 años, Vanesa llevaba casi cinco levantándose a las cuatro de la madrugada para coger el autobús que, tras una hora de trayecto, la dejaba en la puerta de la fábrica.

'No hace falta que vuelvas mañana', le dijo el jefe de personal. Ese mismo día una cuarentena de empleados oyó esa misma frase. Les concedieron vacaciones anticipadas y los citaron el 1 de julio para cobrar la indemnización, equivalente a 60 días por año trabajado según el acuerdo alcanzado entre empresa y sindicatos.

Otros 116 trabajadores corrieron la misma suerte el pasado miércoles. Entre ellos se encontraba Ruth, hermana de Vanesa, que entró a trabajar en la fábrica poco antes que ella. Según la presidenta del comité de empresa y secretaria de organización de UGT de Lleida, Rosa Palau, se prevé que en septiembre sólo quedarán en la fábrica poco más de 300 trabajadores, que serán despedidos antes del 31 de diciembre, cuando se hará efectivo el cierre de la planta.

Con un pie en el paro, los trabajadores de Lear -el 80% son mujeres- afrontan con angustia la búsqueda de empleo. Mònica González, de 29 años, lo ve muy negro, sobre todo en su pueblo, Sant Guim de Freixenet, que no llega a los 1.000 habitantes. Mònica se apuntó en la oficina de recolocación de Lee Hecht Harrison, del grupo Adecco, contratada por Lear. Ninguno de los despedidos ha dado con un empleo por esta vía. Y no se prevé que lo consigan antes del mes de septiembre, según el director general de Lee Hecht Harrison, Jaime Pardo, quien subraya que el tiempo que se suele tardar en encontrar un empleo ronda los seis meses. De hecho, los pocos ex trabajadores de Lear que ahora trabajan -una decena como mucho, según los empleados consultados- son los que empezaron a mover hilos nada más oler la crisis que se avecinaba.

La oficina, en la que se han inscrito unos 600 trabajadores -muchos de ellos todavía no están despedidos-, ofrece cursillos de formación con asesores personales para cada empleado. El objetivo es extraer el perfil de cada uno de ellos para luego recabar ofertas empresariales adecuadas. Por el momento, la oficina está trabajando con unos 30.

A través de esta oficina, Andrés Ramos, de 37 años, ha empezado ya a enviar algunos currículos para trabajar como operario o repartidor con furgoneta. Su familia es una de las que más sufrirán el cierre de la planta puesto que, además de Andrés, da empleo a su esposa, tres hermanas y un cuñado, que todavía forman parte de la plantilla. Pero poco les falta. 'Cada vez que voy a la fábrica veo menos gente', dice en un tono apenado. Casado y con hijos, Andrés fue de los primeros en ser despedidos. Ahora aguarda una llamada telefónica que le devuelva a la normalidad.

Reme Fernández, en cambio, ha optado por dejar Agramunt y trasladarse a Igualada, de donde es originaria, con la esperanza de encontrar más ofertas de empleo. Le duele, pero asegura que 'hay que hacer lo que sea para trabajar', aunque todo tiene un límite. Por eso mismo, Reme, que ha trabajado 10 años en la planta de Cervera, descartó desde el primer momento aceptar alguno de los puestos de trabajo que Lear les ofreció en las fábricas que tiene en Ávila (100 empleos) y Valls (50). La multinacional se comprometió a otorgar ayudas para la vivienda de 4.330 euros a aquellos empleados que voluntariamente aceptaran trabajar en la planta de Ávila y 2.165 euros para los que se fueran a Valls.

A pesar de ello, sólo dos personas se han trasladado a Ávila y apenas una decena a Valls, según Rosa Palau. Vanesa también rechazó la oferta de hacer las maletas y empezar de cero lejos de Balaguer. Y menos en otras plantas de la misma multinacional, a las que augura un final idéntico al de la fábrica de Cervera. 'No creo que aguanten más de dos o tres años abiertas', sentencia.

Quizá el retorno al trabajo será más rápido de lo esperado a juzgar por el interés que han mostrado diversas empresas en absorber a la plantilla de Lear. Entre otras, han ofrecido puestos de trabajo para los primeros trabajadores despedidos compañías como Grupo Astral, dedicada a la fabricación de piscinas y jacuzzis, que ofrece 80 puestos de trabajo ampliables a 330. Otras empresas con vacantes son Taurus (40 plazas en Oliana), su filial Leds (ocho en Torà), Prefabricados Pujol de Mollerussa, Telempal y Gas de Cervera, la Cooperativa Agropecuaria Guissona y Mobles Ros.

La mesa de reindustrialización de las comarcas de Lleida, impulsada por el Gobierno catalán ante el inminente cierre de esta fábrica, ha recibido un total de 101 iniciativas empresariales que invertirán más de 45 millones de euros y crearán 1.451 puestos de trabajo en la zona, unos 630 de forma inmediata.

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