Sin Ballack se apaga la luz
Una sensación de precariedad se ha instalado en Alemania tras la sanción del jugador del Leverkusen - Ninguna baja en Brasil es tan crucial como para determinar el cambio de estilo del equipo
La enorme diferencia de jugadores entre Brasil y Alemania se ve con la sanción de Ballack. Ninguna baja en Brasil es suficientemente crucial como para determinar el cambio de estilo del equipo. Ronaldo tendrá un discreto sustituto en Luizao, pero el equipo jugará a lo mismo. Y hasta se puede tirar el farol de jugar con Ronaldinho en la punta. No jugó Ronaldinho la semifinal con Turquía y no pasó nada grave: Edilson cumplió con buena nota. En Alemania no ocurre lo mismo. Una sensación de precariedad se ha instalado en el equipo tras la sanción de Ballack. Con el excelente centrocampista del Bayer Leverkusen, les quedaba algo de juego en el medio campo, la posibilidad de armar una acción de ataque con naturalidad. Suceda lo que suceda en la final, la prueba de la mediocre Alemania actual es su resignado papel defensivo, exacerbado por la ausencia del único futbolista con talla de figura.
A Ballack le sustituirá Jeremies. Con eso está dicho todo. En otros tiempos mejores, primero estaba Overath, luego Netzer y después jugadores estupendos como Flohe, por citar la posición que ocupa el mediocampista del Bayer. Es decepcionante que este jugador no tenga la más mínima alternativa en la selección. O él, o alguno de los numerosos medios matraca que pueblan la Bundesliga. Jeremies es uno de ellos, un futbolista combativo, con cierto carisma entre sus compañeros, pero de segundo orden. Hay un exceso de jeremies en el fútbol alemán, demasiado ensimismado en un modelo que no es satisfactorio por mucho que la selección haya llegado a la final. Que el Bayer Leverkusen fuera finalista de la Copa de Europa no tiene relación precisamente con el camino emprendido en su país. Ese equipo representa en buena parte un salto hacia el lado opuesto, con jugadores como Lucio, Placente, Ballack o Basturk, con una preponderancia del juego de ataque sobre el defensivo, con una posesión de la pelota anormalmente alta para el canon alemán.
Sin Ballack, a la selección no le quedará más remedio que redundar en lo defensivo. Será una reedición del partido Inglaterra-Brasil, sólo que en el caso de los ingleses las posibilidades de jugar al ataque eran infinitamente más altas que en el caso alemán. En Inglaterra pesó el rácano criterio de Eriksson, que retrasó a Beckham, a Scholes y a cualquiera que llevara una casaca blanca. El caso de Voeller es diferente. El equipo tiene limitaciones tan evidentes que estará obligado a asumir el papel de víctima, lo que tampoco es habitual en la selección alemana. No hace demasiado, lo normal era sentir pánico de los alemanes. Ahora son tan conscientes de sus carencias que viven el sueño de lo imposible. Por un momento, pensaron que no estarían en el Mundial. De esa situación de máximo pesimismo se ha pasado al inesperado acceso a la final, algo así como la Cenicienta del torneo. ¿Cenicienta? Lo último que se podría esperar de Alemania, pero ésta es la realidad de su equipo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.