Calderón sobre ruedas
A través de una epopeya en que se enfrenta la monarquía católica con un súbdito rebelde (y que todo el mundo comprendería en 1644 como referencia a la guerra de Cataluña), Calderón nos conduce hasta la Jerusalén celeste en El socorro general, asombroso ejemplo de experimentación con los tiempos y espacios dramáticos. Este género, a veces considerado demasiado ceñido a su época, revela en la libertad de sus mecanismos la portentosa habilidad de Calderón, y la modernidad de su arte, cuya valoración está teniendo en las últimas décadas un cambio notable, reconociéndose sin discusión como uno de los dramaturgos de mayor relevancia universal. Para su justo aprecio es necesario leer su obra en las condiciones de dignidad que se merece. Con ese objetivo la edición crítica de sus autos completos (fascinante corpus dramático) que está llevando a cabo el Grupo de Investigación Siglo de Oro de la Universidad de Navarra y que publica Edition Reichenberger es seguramente uno de los proyectos de mayor ambición en la filología hispánica de todos los tiempos, un proyecto que podía parecer en su arranque 'utópico', pero que ha demostrado su viabilidad con casi medio centenar de tomos ya publicados o en prensa, en una serie modélica que mantiene desde su comienzo un superior grado de excelencia.
EL SOCORRO GENERAL
Edición de Ignacio Arellano Universidad de Navarra- Reichenberger. Pamplona, 2001 183 páginas. 28 euros
Desde la publicación (no crítica) de los autos calderonianos hecha por Pando en 1717, sólo el eximio hispanista Hans Flasche en la Universidad de Hamburgo se había atrevido a intentarlo en un proyecto (paralizado hacia 1980) de ediciones individuales que alcanzaron una docena de títulos. Después, el centro del calderonismo ha pasado a España y este proyecto de la Universidad de Navarra, dirigido por el catedrático Ignacio Arellano, ha supuesto un cambio radical en el panorama. En el último volumen publicado, El socorro general, se aprecian bien las virtudes que caracterizan a la serie completa: criterios rigurosos equilibrados con la apariencia agradable, meticulosidad máxima en la fijación del texto correcto, limpieza de la página, aligerada de signos críticos superfluos, con ortografía modernizada...
En el trabajo sistemático de la edición calderoniana han surgido algunas importantes sorpresas como el descubrimiento de siete autógrafos calderonianos (No hay más Fortuna que Dios, El año Santo en Madrid, El año Santo de Roma, etcétera) de los que dio noticia Arellano, y que permiten ediciones muy seguras. Pero no se trata sólo de recuperar textos tan interesantes y a veces tan poco conocidos como el auto que comento, sino también de explicarlos. Los autos representan una síntesis cultural muy compleja (Biblia, mitología, padres de la Iglesia, filosofía, modelos literarios, emblemática, formas musicales...) que requiere ser explicada para el lector de hoy, que difícilmente captaría la clave de todas las alusiones de El socorro general, por ejemplo, sin la espléndida anotación que acompaña a los volúmenes de la serie. Uno de los tomos, el Diccionario de los autos sacramentales de Calderón, preparado por Ignacio Arellano, es también instrumento utilísimo para leer mejor estas piezas, cuyo goce puede muy bien empezar con este El socorro general, maravilloso teatro en que reinan la razón y la fantasía y donde lo humano y lo divino se visten de poesía admirable.
Christoph Strosetzki. Universidad de Münster (Alemania).
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