Solución inspirada en Napster contra el 'spam'
Nuevas fórmulas, basadas en el P2P, para combatir el envío de correo masivo no solicitado
USAR EL PODER DE LA RED PARA RESOLVER los problemas de la red, tal es la idea de Cloudmark, una pequeña empresa de San Mateo en Silicon Valley que lanza un programa de lucha contra el correo no solicitado.
El correo electrónico puede ser la aplicación más exitosa de la red, el spam, o correo no solicitado, crece todavía más rápido: 600% durante el último año. En EE UU, más de una quinta parte del ancho de banda (caudal) de la red está ocupado por el spam (10% en Europa), según Brightmail, una empresa especializada en la lucha antispam. La razón es sencilla: no cuesta nada mandar correos a millones de personas y basta con una tasa de respuesta mínima para que sea rentable.
Nadie ha encontrado la solución, pero los sistemas de protección (relativa) se multiplican. El primero se ubica a nivel del proveedor de acceso. Procede por eliminación de los correos provenientes de una lista negra de direcciones (Brightmail), o por selección de los correos provenientes de una lista blanca de remitentes reconocidos (Hotmail).
Cuando un usuario bloquea un determinado correo, el servicio filtra todos los correos similares dirigidos al resto de usuarios de SpamNet
El usuario, por su parte, siempre puede filtrar los correos a medida que llegan en base a reglas creadas gracias a su programa de correo (Outlook o Eudora) o mediante programas adicionales (SpamCop o SpamKiller). El mayor problema es que cuando la lista se alarga, el procesamiento del correo se vuelve más lento.
Algunos jefes le piden a su secretaria que filtre su correo antes de leerlo. Los internautas más desesperados dejan sencillamente de usar el correo electrónico. El Washington Post reporta que en EE UU, los responsables informáticos de varias empresas bloquean cualquier correo que venga de un país extranjero aludiendo que mucho de los correos no solicitados vienen del exterior. ¡Vaya contradicción para un medio de comunicación global!
En este negro panorama, la solución propuesta por Cloudmark parte de un concepto inspirado de Napster cuyo cofundador, Jordan Ritter, es responsable de la tecnología en la empresa. Cada usuario baja un pequeño programa, SpamNet, y una base de datos central usa las informaciones dadas por el conjunto.
Desarrollado en Open Source, SpamNet se instala adentro de Outlook (versiones para Eudora y para Mac vendrán más tarde). Dos botones en la barra de navegación permiten bloquear (o desbloquear) un mensaje. Los correos bloqueados son enviados a una carpeta llamada 'Spam' lo cual permite averiguar que no haya error antes de destruirlos.
Lanzado el miércoles 19 en versión beta, SpamNet tenía todavía algunos bugs cuyas soluciones se encuentran en un foro abierto en el sitio de Cloudmark.
La fuerza potencial del sistema descansa en el hecho que cada vez que el usuario decide bloquear un mensaje, comparte su decisión con los demás usuarios, a lo Napster. Al hacer clic sobre el botón correspondiente, manda la información a la base de datos y todos los correos similares serán bloqueados en los buzones de todos los usuarios. Se crea de esta manera una red P2P (peer to peer o par a par) en la cual en vez de compartir música se comparte información sobre los correos no solicitados.
SpamNet funciona como una democracia calificada en la cual se toma en cuenta los criterios de todos pero se le da más peso a quienes han estado desde hace más tiempo y han señalado con más propiedad los ataques de spam.
El concepto parece bueno, pero su eficacia real depende del número de usuarios que adopten el programa. Buena parte de la respuesta la tenemos nosotros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.