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Columna
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Un poco de agua fresca

La imagen de los sevillanos arrojando cubos de agua fresca a los integrantes de la marcha antiglobalización convocada por el Foro Social, coincidiendo con la celebración de la Cumbre Europea, viene a significar a las claras todo un revés para aquellos que se dedicaron días atrás a criminalizar esta movilización de protesta. La manifestación, que se cerró con un alto grado de participación, al margen de la ya habitual guerra de cifras, transcurrió con absoluta normalidad y sin ningún tipo de incidentes. Es por tanto ahora cuando conviene recordar las advertencias catastrofistas que se lanzaban sobre esta organización, arrastrándose en su condena a todo aquel que osara incluso mantener reuniones con ellos, como ocurriera con el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín.

Como al final todo salió bien, no es de extrañar que a lo largo de esta semana haya más de uno que ahora se quiera subir al carro de una corriente social y política que según se demostró el pasado sábado está plenamente vigente y con futuro por delante. El agua que caía de los balcones era la muestra más expresiva de solidaridad de unos ciudadanos a los que se les había machacado con controles policiales, barreras de seguridad y otro tipo de medidas ante el peligro que se atribuía a este tipo de iniciativas. La propia organización del Foro, y la diligente tarea de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado hicieron el resto para que el mensaje que querían trasladar a la sociedad internacional surgiera sin ningún tipo de interferencias provocadas por acciones violentas de incontrolados. Esa sí que es una buena noticia que merece la pena ligar al nombre de Sevilla, a diferencia de lo ocurrido en otras cumbres.

Pesca y Gibraltar

De modo que terminó la cita internacional y de lo que se trata ahora es de rebuscar entre tantas toneladas de papel, para comprobar en cuáles de ellos se plasman acuerdos que de una u otra forma beneficien de forma directa a Andalucía. Así, nos hemos quedado con las ganas de que fuera en este cónclave donde se visualizara el freno a la reforma pesquera que propugna el Comisario de Agricultura y Pesca, Franz Fischler. Tal vez ocurra que todavía no es el momento adecuado para ello pero al menos un gesto en este sentido no hubiera venido mal para las miles de familias que ven en este proyecto un gran riesgo para su sustento. Tampoco se ha cerrado nada de importancia en torno a Gibraltar, a diferencia de lo ocurrido en Barcelona. Sólo nos queda ya estar pendientes de esos compromisos anunciados por el Gobierno español en los que se fijaban para este verano las conversaciones con el Reino Unido que podrían acabar cerrando algún tipo de acuerdo. Está claro que el optimismo que exhibían anteriormente ha pasado ya a la historia. Ahora se prefiere no hablar de ello, ni siquiera del plan alternativo de inversiones en la comarca campogibraltareña y en la misma colonia, plan que la Unión Europea se mostró favorable a apoyar financieramente.

Obviamente, los acuerdos en materia de inmigración sí tendrán su reflejo en Andalucía una vez se comience aplicar la expulsión de los ilegales residentes en nuestro suelo, si es que pueden. Pero, al mismo tiempo, conviene preguntarse si esta decisión va a contribuir a restablecer de una vez por todas las relaciones con Marruecos, contencioso que, según los expertos, es el que está realmente detrás de la actitud del Gobierno español. A falta de resultados y avances importantes lo que sí ha quedado bien evidente es que el desarrollo de la huelga general contra el decretazo de la reforma laboral ha supuesto un aldabonazo a la política social de José María Aznar ante sus socios europeos, y la ruptura total de la concertación que se mantenía con los sindicatos. Desde la Junta se anuncia para estos días el estudio del recurso correspondiente para evitar que se pueda poner en práctica esta medida, gesto que, sin duda, exasperará aún más los ánimos de los dirigentes populares respecto a Andalucía.

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