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Reportaje:AIRE LIBRE

Los trazos de 10 artistas paleolíticos

La cueva de Ardales, en Málaga, conserva 64 pinturas rupestres

Hace alrededor de 24.000 años entraron los primeros cazadores a la cueva de Ardales, un pueblo malagueño de 3.500 habitantes situado casi en el centro de la provincia andaluza. A pesar del clima frío de entonces, 15 años de investigación han permitido concluir que los pobladores de la zona únicamente se adentraban en la caverna los días más gélidos y que se resguardaban en la zona de entrada. Sólo por afán artístico se aventuraban más allá, para dar rienda suelta a su inspiración sobre paredes, techos y suelos. En aquellos lienzos paleolíticos plasmaron 64 pinturas y grabados de animales. Cabras, ciervos, caballos, un pez, y hasta una mano, que una mujer o un varón joven dibujó como testimonio de su paso por aquella oquedad, que en la actualidad sólo puede ser visitada por unas mil personas al año para evitar que un aumento de la temperatura resquebraje las pinturas.

'Esta cueva no tiene el barroquismo de Altamira porque es anterior. Que nadie se sienta defraudado. Son los Velázquez de hace 24.000 años', advierte su conservador, el prehistoriador Pedro Cantalejo. Usaban amarillos, negros, rojos, ocres y marrones elaborados a partir de pigmentos minerales. La gruta de Ardales es uno de los yacimientos más antiguos del paleolítico superior de la Península. Por las dataciones se sabe que sus pinturas fueron hechas por al menos 10 autores distintos a lo largo de 5.000 años. Todos respetaron el estilo. Por su gran valor, las pinturas fueron incluidas en la lista de arte rupestre del arco mediterráneo, que recibió la declaración de patrimonio de la humanidad en 1998.

Su belleza no es sólo pictórica. Laberintos de columnas, estalactitas y estalagmitas karstificadas a lo largo de 1,8 millones de años jalonan 1,5 kilómetros de recorrido. Una de las zonas más sorprendentes es la Sala de las Estrellas, llamada así por el brillo centelleante de los cristales de calcita que reflejan la luz. Pero si se apagan las linternas, la oscuridad es absoluta. La cueva de Ardales guarda el sabor de lo auténtico, no tiene iluminación artificial, ni barandillas, ni obras para facilitar el recorrido. Tampoco son necesarias, porque las escaleras del siglo pasado la hacen bastante accesible. 'Salvando esos escalones, la cueva es la misma que conocieron los hombres paleolíticos', se enorgullece Cantalejo.

A su riqueza artística y geológica se suma su valor científico: en un segundo piso de la gruta -una zona cerrada al público- hay un osario intacto que atesora secretos aún no descifrados. Se sabe que los enterramientos más antiguos se hicieron sin ofrendas y que los últimos huesos fueron depositados allí, hace 6.000 o 7.000 años, junto a vasijas de cerámica de los que fueron los primeros campesinos.

Terremoto

El descubrimiento de la cueva se produjo en 1821, después de que el terremoto de Alhama (Granada) provocara el hundimiento del tapón que sellaba la boca desde el neolítico. En 1856, Trinidad Gründ, una aristócrata malagueña de ascendencia alemana, compró los accesos para añadirla como oferta turística a los baños y casinos de Carratraca, un pueblo a escasos seis kilómetros de Ardales. La cueva se convirtió así en escenario de lujo para los bailes organizados por la burguesía de la época. En la Sala de las Estrellas, junto a restos fosilizados de sus primeros moradores, y por el precio de una peseta, comparable a unas 18.000 actuales (108,18 euros), bailaban los adinerados de la época alumbrados por lámparas de aceite. Tuvo así el dudoso honor de ser la primera cavidad explotada turísticamente en España.

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Nadie advirtió la riqueza artística de la cueva hasta 1918, cuando se inició su estudio científico. Diez años después fue declarada monumento nacional, aunque la guerra civil interrumpió aquel intento de protección. De ese periodo de la historia de España data la última ocupación humana de la cavidad, transformada en improvisado refugio durante los bombardeos. En la sala de interpretación de la cueva, una olla oxidada y unas balas recuerdan aquella etapa.

GUÍA PRÁCTICA

Dormir

- Pensión Bobastro (952 45 91 50). Plaza de San Isidro, 13. Ardales. La habitación doble, 24 euros. - La Posada del Conde (952 11 24 11). Pantano de El Chorro, 16. Ardales. La doble con desayuno, 60 euros. - Hostal el Cruce (952 45 90 12). Carretera Álora Campillo, 46. Ardales. La doble, 27 euros.

Comer

- La Herrería (952 45 84 99). Fray Juan, 1. Ardales. Unos 9 euros. - La Posada del Conde (952 11 24 11). Precio medio, 15 euros. - Mesón Ardales (952 45 83 37). Cantarranas, 2. Ardales. 15 euros.

Información

- Cuevas de Ardales y Oficina de Turismo (952 45 80 46). Es necesario inscribirse. Precio: 5 euros; niños, y 3 euros. La cueva permanece abierta todo el año, salvo que por lluvias se tenga que cerrar temporalmente.

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