La basura no se recogió en las ciudades de Elche y Alicante
El seguimiento del paro por parte de los trabajadores de las concesionarias del servicio de limpieza y recogida de basuras de Alicante y Elche fue absoluto. Las dos ciudades amanecieron ayer en un estado deplorable; montones de basura se apilaban en contenedores y aceras, y papeles y desechos de comercios y otros establecimientos inundaban las calles. En la capital, la huelga de Inusa, empresa concesionaria del servicio, afectó sobremanera al casco urbano, dado que el inicio de Les Fogueres de Sant Joan contribuyó a empeorar la situación.
Según fuentes de la empresa, el paro fue secundado por la totalidad de los trabajadores y sólo operaron los servicios mínimos, que se ciñeron a recoger los desperdicios de hospitales, clínicas y mercados.
La situación fue similar en Elche. Durante la madrugada de ayer, los camiones se limitaron transportar la basura de los lugares prioritarios: hospitales, centros médicos, educativos y mercados municipales. Además, un equipo se mantuvo activo durante el día de ayer para cubrir situaciones de emergencia.
La tradición y el propio diseño de la capital del Baix Vinalopó, donde los contenedores de basura no se utilizan en el casco histórico, marcan la costumbre de depositar las bolsas de basura en las aceras, por lo que ayer eran especialmente visibles en Elche los efectos de la huelga. Las altas temperaturas registradas en la ciudad, con máximas que superaron los 30 grados, aceleraron además el proceso de descomposición de la materia orgánica.
Conforme avanzaba el día el hedor se hizo insoportable en algunas calles de la capital alicantina. Las populares barracas (lugares donde los festeros se concentran para almorzar y cenar) funcionaron la noche previa a la jornada de huelga, lo que incrementó el volumen de basuras en la ciudad. En Alcoy se limpió la vía pública y se recogió en parte la basura de los contenedores, aunque muchos de estos amanecieron repletos de desperdicios, informa Lucía Gadea.
Valencia limpia
En Valencia, la alcaldesa popular Rita Barberá, puso especial énfasis en mantener limpia la ciudad y en recoger, casi en el acto, las octavillas arrojadas por los piquetes. Las contratas de limpieza recogieron 800 toneladas de basura, como en un día corriente, y las populares barredoras pusieron tanto empeño en su función que Barberá reconoció que dos de ellas estuvieron a punto de ser apedreadas. La alcaldesa anunció ayer que reclamará a los sindicatos que quiten las pegatinas del mobiliario urbano.
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