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Tribuna:DEBATE | Seis meses de presidencia española de la UE
Tribuna
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¿Torear lo imposible?

La frase más significativa de la presidencia española (si dejamos de lado el fortuito '¡Vaya coñazo que he soltado!', a micrófono inadvertidamente abierto en el Parlamento Europeo) fue pronunciada por Aznar una semana antes de iniciar su semestre: 'Lo que no estoy dispuesto es a torear con lo imposible'. Ésta ha sido exactamente la actitud: un pragmatismo continuista a ultranza, compensado por un esfuerzo de presencia mediática. La consecuencia era inevitable: más reuniones que resultados. Creo que el autobombo o la coartada de un contexto desfavorable no podrán disimular ni la parquedad de los resultados ni la deriva hacia la derecha de las orientaciones de esta presidencia.

Dos años después de la Estrategia de Lisboa, que propuso hacer de Europa 'la economía más dinámica y competitiva del mundo', con un 'equilibrio entre las políticas económicas y sociales', el Consejo de Barcelona puso de manifiesto tanto los límites del método abierto de coordinación tan grato a los intergubernamentalistas como el creciente abandono de los objetivos sociales. Como señaló Le Monde, 'la dimensión social hizo figura de pariente pobre'. Es lo menos que se puede decir: el Consejo será recordado por las manifestaciones en la calle que suscitó y no es extraño. '¿Cómo explicar que a los ojos de la prensa y de los manifestantes Barcelona se resumiera en un mero ejercicio de liberalización?', se ha preguntado una nota de la fundación europea que preside Delors, que responde: 'El discurso de la presidencia no es ciertamente ajeno a ello'. La impronta fue también negativa en los temas ambientales. A pesar de que el término 'desarrollo sostenible' figura un centenar de veces en los documentos conclusivos, el director de la Agencia Europea del Medio Ambiente declaró que 'los resultados de Barcelona son preocupantes desde el punto de vista ambiental y del desarrollo sostenible', hizo votos para que 'se produzca un milagro en Sevilla' y añadió que de todos modos éste llegaría ya tarde para la Cumbre Mundial de Johanesburgo.

Para Aznar (discurso en Oxford, 20 de mayo) la PESC 'debe tener como ejes fundamentales: fortalecer nuestra relación transatlántica con los Estados Unidos, apoyar la política de reformas en Rusia, y además apostar por el libre comercio'. Por suerte para todos, el impulso de la PESC no responde a este reductivo esquema aznariano. El papel de la UE en el mundo de la globalización será uno de los ejes de la Convención europea, pero ni en este campo ni en el del debate sobre el futuro de Europa, que parece irritar a Aznar, ha habido aportaciones conocidas.

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La presidencia tenía las prioridades específicas de la Conferencia Euromediterránea de Valencia y de la Cumbre UE-América Latina de Madrid. Estos buques insignia del semestre español no llegaron a salir de puerto. La buena noticia del encuentro de Valencia es que tuvo lugar. No es poco, en plena tragedia palestina. El grupo árabe asistió porque distingue y valora la política específica de la UE y la tenacidad del trío Solana-Patten-Moratinos. La mala noticia es que la iniciativa del Banco Mediterráneo de Desarrollo se quedó en una simple línea de facilidades del BEI. En cuanto a la Cumbre de Madrid, los magros resultados, que pueden inducir a la melancolía, no son desde luego reconducibles a la coartada de la situación argentina.

Admitamos que lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible, como dijo el clásico. Pero esa estricta y constante apelación al pragmatismo continuista de la que hace gala Aznar, en tiempos difíciles, en momentos de cambios ineludibles, de malestar y esperanza europeos, con el horizonte de la Convención y de las necesarias reformas ante la ampliación ¿no implica una evidente irresponsabilidad por omisión?

Lo que define un liderazgo no es la renuncia a 'torear lo imposible' sino más bien todo lo contrario: la visión, el valor y el talento para superar el 'imposibilismo'. Se acuñó tal expresión para caracterizar a quienes, a uno y otro extremo del espectro político y social, consideraban imposible lo que luego hemos dado en llamar el Estado del bienestar. La Unión Europea es exactamente el resultado de una labor inteligente y tenaz para hacer posible lo que los 'imposibilistas' habían decretado imposible. Lo dijo Monnet, en los albores fundacionales: 'Si no se ha intentado, no puede decirse que una cosa es imposible'. La lucha contra el pragmatismo estrábico y contra los 'imposibilistas' ha sido el rasgo común de los líderes que han hecho Europa y una condición necesaria de todos los logros europeos. No ha sido el caso, en esta presidencia 'imposibilista'.

Raimon Obiols es vicepresidente del Grupo del Partido Socialista Europeo.

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