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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tolerancia casi cero

El País

La jerarquía católica de EE UU -280 obispos- ha decidido este fin de semana en Dallas poner fin a la política de tolerancia y encubrimiento en relación a los curas pederastas, de acuerdo con el sentir del 80% de los 65 millones de católicos norteamericanos. Ello supone el apartamiento inmediato de los infractores de sus parroquias y, en general, del contacto directo con los fieles, aunque no necesariamente su expulsión del sacerdocio, como pedían las asociaciones de víctimas de abusos de ese tipo. Los clérigos que no sean expulsados deberán retirarse a monasterios y otras instituciones religiosas. La fórmula mixta, según la gravedad de la infracción, recoge en parte la posición del sector de la jerarquía partidario de dejar abierta la posibilidad de perdón para quienes hayan pecado una sola vez.

La política de tolerancia cero se amortigua también en relación a los obispos. La Conferencia ni siquiera entró a considerar la posibilidad de purgar a los prelados responsables de mantener en sus parroquias a curas pederastas. Este punto se consideraba clave para valorar la sinceridad del cambio de rumbo anunciado. En compensación, los obispos se han comprometido a denunciar ante la justicia a los curas de los que tengan sospechas fundadas de practicar la pederastia. Se trata de una decisión importante que contradice a los sectores más conservadores, partidarios de la discreción extrema, por una parte, y de dar al problema un tratamiento de pecado contra la ley divina -y de aplicar en todo caso el Código de Derecho Canónico-, por otra.

Las resoluciones, que habrán de ser avaladas por el Vaticano para ser vinculantes para todas las diócesis estadounidenses, suponen, por tanto, un cambio respecto a la política de amplia tolerancia observada hasta ahora, aunque no todavía la tolerancia cero reclamada por la mayoría de los católicos norteamericanos frente a un problema que puede considerarse todo menos episódico: en el que están implicados como mínimo 1.500 de los 40.000 sacerdotes católicos de Estados Unidos, y que cuenta con episodios como el del sacerdote, actualmente en prisión, que abusó sexualmente durante años de más de un centenar de menores en Boston, beneficiándose de la comprensión del arzobispo del lugar. Su dimisión, a la que han seguido las de otros cuatro obispos acusados de pederastia, demuestra que se trata de uno de los más graves problemas de la Iglesia. No sólo de la norteamericana.

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