_
_
_
_
Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aceite de oliva toscano y vinagre de Módena

AL DENTE, una imaginativa cocina italiana en el marbellí Puerto Banús

José Carlos Capel

Tal y como afirma el gran gastrónomo Luis Bettónica, aunque la cocina italiana es mundialmente famosa por las pizzas y la pasta, desde antaño el plato nacional italiano han sido las ensaladas. Se preparan en todas sus variantes; incorporan hojas verdes amargas como la rúcola, la escarola, la achicoria o las espinacas, y se enriquecen con quesos, chacinas, mariscos y hierbas aromáticas. Se rocían con los excepcionales aceites de oliva de la Toscana, la Umbria o Sicilia, y se aderezan -no siempre- con el famoso vinagre de Módena (Aceto balsámico). Tan sólo en Marruecos, puntos concretos del Magreb y la propia Turquía, las cocinas populares han demostrado una imaginación semejante a la italiana.

AL DENTE

Urbanización Jardines del Puerto, local 12. Puerto Banús. Marbella (Málaga). Teléfono: 952 90 61 81. Precio: entre 25 y 35 euros. Cierra lunes. Ensalada de rúcula con parmesano y peras, 8,50 euros. Dorada a la plancha con pesto, 14,50 euros. Lomo bajo de entrecó al perfume de romero, 17 euros. 'Tiramisú', 5 euros. Pan ... 6,5 Café ... 7 Bodega ... 6 Ambiente ... 8 Servicio ... 4 Aseos ... 8

Si este restaurante marbellí destaca sobre la media es, precisamente, por la audacia y originalidad con la que trata los vegetales. Da lo mismo solicitar verduras a la plancha con aceite de nuez y albahaca; atreverse con la ensalada de rúcola y parmesano con peras dulces glaseadas, o degustar la templada de espinacas con embutidos y queso mozzarella. Todas son llamativas y sus aliños acertados. Únicamente en los calabacines con bresaola (cecina de vaca) estorban las absurdas rodajas de kiwi.

Como es lógico, en Al Dente, local que dirige el siciliano Giuseppe Russo, más conocido como Pepino, también hay platos de pasta. No alcanzan la envergadura de las verduras, pero tampoco desmerecen. Los paccheri (pañuelos de pasta) con tiras de solomillo y tomates secos tienen un pase, pero el plato de pasta fresca rellena de pera con salsa de gorgozola y fresas, demasiado arriesgado, es mejor dejarlo. Es cierto que el gran mérito de la cocina italiana reside en su capacidad para transformar cosas sencillas en importantes. Si su carpaccio de solomillo con rúcola da la nota, es gracias a la calidad de las materias primas. Y si su solomillo de ternera al aceto balsámico y el lomo de entrecó al romero son recomendables, es debido a la excelencia de las carnes. En cambio, la selección de embutidos decepciona.

De los postres no cabe esperar grandes cosas: magnífico el tiramisú al amareto y desilusionante la tarta caprese. El mayor defecto de la casa reside en el servicio, lento e inexperto, problema que se agudiza cuando la concurrencia es nutrida, la terraza se llena y las pausas entre platos se antojan desesperantes.

CHAMPAÑERÍA Y MÁS

SE CUMPLE AHORA justo un año desde que este restaurante inauguró su vistosa champañería, local anexo, decorado en el mismo estilo, dotado de una recoleta terraza y pertrechado con una magnífica carta de champañas normales o milesimados. En la extensa lista se suceden marcas que se piden por botellas o copas. Y para acompañar la oferta líquida, un surtido abreviado de canapés a base de ingredientes de lujo, como salmón ahumado, caviar iraní, foie-gras mi-cuit, e incluso sushi japonés de atún y salmón (sólo los fines de semana). El caviar, de alta gama, se expende al peso en porciones de 30, 60 y 90 gramos. Para abrir boca en el propio restaurante o tomar una copa en su agradable terraza, nada como su surtido de cócteles. Se llevan la palma la caipiriña (cachaça, lima y azúcar), el cóctel Bellini (zumo de melocotón y champaña), la típica margarita (tequila, triple seco y limón) o el whisky sour (whisky, sour mix, clara de huevo y azúcar). Para los adictos a las mezclas explosivas está la fraicolada (ron, licor Frangélico, piña y coco), así como el cóctel al dente (vodka, menta, azúcar, lima y soda), muy refrescante. Tampoco está nada mal el café, muy del gusto italiano, que se sirve en tazas idóneas. La bodega resulta algo corta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_